Intimidad
Todo el mundo habla de lo mismo, opina sobre las mismas personas y discute por los mismos temas. Realmente nos hemos superado: sustituyendo el tópico de hablar del tiempo por el del Gran Hermano. Y eso no es lo peor; hemos llegado al extremo de la curiosidad, el intrusismo y el olvido de nuestros derechos más fundamentales. ¿Quién recuerda aquella Declaración de 1948 que hacía referencia al derecho a la intimidad? A raíz de la contraprogramación y la competencia de audiencias, se ha desarrollado un nuevo proyecto (y esta vez sin permiso de los participantes): han encerrado a cuatro personas en un ascensor de Madrid. ¡Casualidades de la vida, tienen una cámara que observa todas sus reacciones! Nos merecemos un respeto y la audiencia no es una excusa: continuamente estamos siendo sometidos a controles de todo tipo sin nuestra autorización (bancos, supermercados, tiendas, ascensores...). Con esto quiero recordar que los seres humanos tenemos muchas facetas vitales, la exterior y la interior: una, proyectada hacia la sociedad, y otra, que se desarrolla en nosotros mismos, y es por ella por la que necesitamos ante todo intimidad, por favor.- . .
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.