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Los rehenes cumplen un mes en manos de los islamistas filipinos

El primer mes del secuestro de 21 extranjeros por un grupo extremista islámico filipino que reclama la creación de un Estado musulmán independiente en el sur del archipiélago se cumplió ayer entre gestos de aparente buena voluntad. Unos cien insurrectos abandonaron por unas horas su refugio en la selva de la isla de Jolo, dejando atrás a los cautivos, para negociar una entrega. La negociación se suspendió al cabo de una hora entre abrazos, besos y apretones de manos. El interlocutor de los islamistas, el gobernador de la provincia, estima que hay un 50% de probabilidades de una próxima liberación de la turista alemana enferma. En Manila, mientras, siguen los ataques armados: no lejos de la capital fue ametrallada ayer una caravana fluvial en la que iba un hijo ilegítimo del presidente Joseph Estrada. Murió un periodista local. Estrada ganó arrolladoramente las elecciones presidenciales hace dos años, pero ahora su popularidad está en cotas ínfimas ante su aparente incapacidad para solucionar el endémico problema del secesionismo islámico. Su debilidad política se ve subrayada, además, por extraños atentados en Manila que la policía atribuye a grupos conservadores que intentan impedir los planes de reforma constitucional que busca el presidente para abrir Filipinas a la competencia y los mercados de capitales internacionales.

Bandidaje sin ideología

El secuestro del 23 de abril fue un golpe de efecto que puso en la arena internacional un conflicto con siglos de historia, y que en su fase contemporánea nace en los años setenta. En la sureña isla de Mindanao hay una secular cultura islámica que pugna por la independencia. El grupo Abu Sayyaf (Padre de la Espada) es la última adición al secesionismo: armados hasta los dientes, más en el bandidaje que en la ideología, sus alrededor de dos centenares de integrantes exigen la independencia, al igual que otros grupos, pero en su caso por medios más virulentos, con secuestros y asesinatos. Estrada mantiene que la unidad nacional es indiscutible, que quien quiera la secesión deberá pasar por encima de su cadáver y cuando recurrió a la fuerza contra Abu Sayyaf, los extremistas le devolvieron el golpe secuestrando en una localidad turística de la vecina Malaisia a 21 personas: nueve malaisios, tres alemanes, dos franceses, finlandeses, surafricanos y filipinos y un libanés.

El emisario presidencial se tuvo que volver el lunes de vacío después de que los secuestradores no acudieran a la cita prevista. El gobernador del archipiélago de Sulu pudo reunirse ayer con los secuestradores, que hicieron un espectacular despliegue de armas, y lo más que señaló tras su entrevista con el jefe guerrillero comandante Robot es que quizá esta semana vuelva a haber otra cita con el negociador presidencial.

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