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Perfiles

Al arte de la interpretación de los cambios gubernamentales que se practica en nuestra comarca informativa le falta sentido de la globalidad, adolece de improvisación, le puede el fanatismo, le delata su actitud a la contra e ignora lo que realmente da sentido y coherencia a los acontecimientos. Del nuevo Gobierno del presidente Zaplana se deduce un detalle cuya significación, por obvia, pasa desapercibida para ese tipo de análisis: el perfil político de sus miembros. Un perfil que se obtiene por acumulación de significantes políticos que rubrican el pluralismo de origen, la disparidad del tipo de carrera política que les ha llevado al Consell, y, finalmente, un centrismo nominal producto de la operación aritmética que resulta de dividir por trece el grado de centrismo que se les supone (de 1 a 10, 5 es el centro, 1 la extrema izquierda, y 10 la extrema derecha) habida cuenta sus curricula políticos.De todos los miembros del Consell sólo Castellano viene de AP. Castelló y Rambla han sido sólo del PP. El resto, o provienen de UCD (Ripoll y Olivas), o de partidos integrados en aquella, como Tarancón y González Cepeda (PDLPV). Modrego procede también del PDLPV. García Antón y De Miguel estuvieron próximos al PSPV-PSOE. González Cepeda y De Miguel, además, fueron miembros del PRD y candidatos en las generales del 86 por Valencia en las listas reformistas. Ramón-Llin procede de UV. Blasco, del PSPV-PSOE y, antes, del antifranquismo revolucionario. Y, finalmente, Zaplana, de las juventudes de UCD y del ámbito liberal que representaba aquí el partido de los Garrigues. Por afinidades ideológicas nos encontramos con una mayoría de demócratas liberal-progresistas, y una notable presencia de socialdemócratas, grupo global que excede al de las procedencias netamente de derecha o al apartado de técnicos.

La disparidad pone de manifiesto que la reclamación del centro por parte del PP, tan silbada desde los bancos de la izquierda, no sólo se corrobora por el perfil personal de los miembros del Consell sino por su vinculación histórica a proyectos enfrentados a la vieja AP (el PDLPV y UCD) o al refundado PP de mediados de los ochenta (el PRD), o, incluso, por la afluencia de antiguos adherentes o simpatizantes del PSPV-PSOE. Que además haya consejeros procedentes de UV no corrobora sino que el PP ocupa ahora un espacio muy amplio del espectro ideológico que incluye el centro-izquierda, el centro, el centro-derecha, la derecha conservadora y una parte del regionalismo de derecha, reuniendo a los liberales con pedigrí, a los social-cristianos, a los demócrata-cristianos, a los conservadores, y a restos dispersos del franquismo (cada vez menos visible en las primeras filas del PP pero muy presente en la estructura del poder local) en un proyecto mayoritario. En realidad, si realizásemos este mismo ejercicio de indagar la geografía política que traduce el Consell con los Gobiernos que Lerma fue nombrando y cesando desde el 83 hasta el 95 nos encontraríamos no pocas paradojas, como la de encontrar a notorios vástagos de la derecha reaccionaria valenciana al lado de ex comunistas con el aparente propósito de centrar la imagen de sus gabinetes ante el avance de la derecha hacia el centro al tiempo que se creía cubrir la clientela electoral más a la izquierda. Pero ese ejercicio vamos a dejarlo para otra ocasión. Los gobiernos se tejen de manera compleja, y ayuda poco la interpretación simplista anclada en el omnipresente off the record de que se nutren muchos análisis.

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