El fracaso del referéndum abre una nueva brecha en la coalición que gobierna Italia
El fracaso del referéndum electoral del domingo, en el que sólo participó un 32% del electorado, representa un golpe durísimo para el partido de los Demócratas de Izquierda, verdadero motor de El Olivo, que gobierna Italia desde 1996. Tras los malos resultados de las elecciones europeas de junio de 1999, el desastre de las regionales de abril pasado y la pavorosa abstención que ha invalidado la consulta del domingo, el otrora poderoso PDS (ex Partido Comunista de Italia, PCI) ve ahora discutido su liderazgo dentro de la coalición.
La crisis política parece inminente, aunque el primer ministro, Giuliano Amato, se desmarcó ayer de ella ofreciéndose a discutir con el líder de oposición, Silvio Berlusconi, el modelo electoral que propone el Polo. La sensación de parálisis política que se vive en Italia, acentuada por la derrota del referéndum, provocó ayer una enérgica reacción del presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, quien instó a las fuerzas políticas a realizar urgentemente la reforma electoral. Ciampi advirtió que pondrá detrás de este objetivo todo el peso de su cargo. También la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), reunida ayer, hizo un llamamiento a la clase política y al Gobierno en particular, para que utilice lo que queda de legislatura en poner en marcha las importantes reformas pendientes, empezando por la de la ley electoral. Incluso el papa Juan Pablo II, en el mensaje a la CEI, se refirió a la "coyuntura difícil" que atraviesa el país.
A última hora de la tarde, el secretario general de los Demócratas de Izquierda, Walter Veltroni, compareció ante los periodistas para dar su opinión sobre una derrota que ha abierto ya una profunda fisura en la coalición de centro-izquierda y una crisis interna en el partido. Veltroni, que dijo haber presentado la dimisión, aunque no le habría sido aceptada por el partido, se mostró dispuesto a atender el llamamiento de Ciampi y a colaborar con Amato en la búsqueda de una fórmula electoral con la oposición. Después de haber defendido con ardor el sistema mayoritario, Veltroni redujo ayer sus exigencias limitándose a reclamar que la nueva ley respete el bipolarismo y dé estabilidad al eventual Gobierno.
Las horas bajas de los Demócratas de Izquierda han coincidiendo con un resurgir de los partidos centristas de la misma coalición, que abogaron por la abstención en el referéndum, decididos a defender el sistema proporcional con uñas y dientes. Ayer, Clemente Mastella, líder del Udeur, uno de los micropartidos tránsfugas que apoyan al Gobierno, reclamó sin medias tintas que el liderazgo de la coalición pase al centro. Sin utilizar términos tan duros, también el líder del Partido Popular Italiano (PPI), Pierluigi Castagnetti, declaró que en la próxima cita electoral será necesario que "se apueste por un líder moderado". Es evidente que el fracaso del referéndum ha dado nuevas alas a todos los pequeños grupos procedentes de la poderosa Democracia Cristiana, hecha añicos en 1991.
En medio de la tormenta desatada en la coalición de Gobierno, el primer ministro, Giuliano Amato, hizo gala ayer de extraordinaria sangre fría asegurando que no se siente amenazado. "Un Gobierno dura hasta que la mayoría parlamentaria que le sostiene mantiene este apoyo", dijo sin perder la sonrisa.
En cuanto al llamamiento del presidente de la República, Amato respondió abriendo los brazos a la propuesta adelantada la noche del domingo por Berlusconi, que se basa en el sistema proporcional alemán, aunque corregido con un "premio de mayoría" a la coalición ganadora. "Un modelo que considero válido", dijo el primer ministro, para quien la nueva ley electoral debe respetar el bipolarismo y dar mayor estabilidad política al país. Berlusconi aceptó la invitación, "a condición de que la nueva ley se redacte en el plazo de un mes". "Lo ideal sería que de la reforma electoral se ocupara un Gobierno técnico, pero la cuestión no se plantea", añadió el líder del Polo, aparentemente resignado. Ningún analista político considera posible, sin embargo, que se llegue a un acuerdo sobre la reforma electoral y la mayoría ve difícil que el Ejecutivo sobreviva pasado el otoño.
Más allá de las lecturas políticas que se le pueden dar al fracaso del plebiscito del domingo, una cosa está clara: los italianos empiezan a estar hartos del referéndum, una fórmula de democracia directa de la que, muchos opinan, se ha abusado en los últimos años. Desde 1970, cuando se puso en marcha este tipo de consulta, se han planteado a los italianos 53 preguntas sobre los temas más variados, desde el derecho al divorcio y al aborto hasta la abolición de la caza.
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