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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Impulso europeísta

La cooperación entre los Gobiernos de París y Berlín, bajo el rótulo de eje franco-alemán, ha sido históricamente uno de los motores de la construcción europea. Tras casi una década de dificultades, ahora los Gobiernos de Lionel Jospin y de Gerhard Schröder se han propuesto darle un nuevo impulso. La cumbre bilateral informal de Rambouillet celebrada el pasado viernes ha permitido acercar posiciones con vistas a reactivar una construcción europea en la que Francia y Alemania, junto a los que quieran unirse, vuelvan a convertirse en lo que el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Joschka Fischer, ha llamado un "centro de gravitación". Ante el reto de la ampliación y la globalización, una forma razonable de que la UE no se diluya es construir en su seno un núcleo duro de países que estén dispuestos a avanzar más en la integración y tiren así de los demás.La cooperación reforzada es una posibilidad sobre la que se viene discutiendo desde hace años y que está inscrita en el Tratado de Amsterdam. Este método es el que ha permitido crear el espacio de Schengen sin fronteras para algunos, una moneda única de momento para 11 y un principio de política de defensa común. La cooperación fiscal, la educación, la cultura, el medio ambiente, una política exterior y de seguridad común o la lucha contra el terrorismo son terrenos en los que este sistema -que rompe con un pasado de todos a la vez- puede dar nuevos frutos.

Las ideas franco-alemanas, que en buena parte apoya también la Comisión Europea, despiertan recelos, ya sea en algunos de los países menos integracionistas, como el Reino Unido, o en los pequeños que ven mal un directorio de los grandes y temen la marginación de una Comisión Europea que, sin embargo, apoya este método de integración. Éste es el caso también de España, país ni grande ni pequeño, aún receptor neto de fondos comunitarios y con muy diversos intereses nacionales que defender, cuyo Gobierno recela también de este camino. Y, a pesar de todo, es una vía llena de oportunidades para este país si nos decidimos a jugar en la liga de los países influyentes.

En principio, los actuales debates sobre la reforma institucional de la UE y otros cambios en los tratados deberían desembocar en un resultado en diciembre, bajo la presidencia francesa del Consejo de la UE. De ahí el significado de una toma de posición del presidente francés, Jacques Chirac, y de su primer ministro, Jospin, que, como mínimo, quieren frenar la tendencia hacia una reforma mínima. Todavía no están sobre la mesa las reformas federalistas que, a largo plazo, ha propuesto Fischer: una Federación Europea con dos Cámaras, un Gobierno, un presidente elegido directamente y una Constitución. Pero el clima ha empezado a cambiar. No se trata de ignorar 50 años de acervo comunitario, sino precisamente de construir a partir de este mismo acervo. Será, sin duda, una negociación muy difícil, pero esta vez no debe ni puede cerrarse de nuevo en falso.

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Esta misma semana, el Gobierno británico ha tomado una decisión de gran alcance al elegir, en contra de su tradición y de las enormes presiones de Washington, un misil aire-aire y un avión de transporte europeos con los que dotar su Fuerza Aérea del futuro. La importancia de tal paso no se puede minimizar e indica algo más que un guiño de Blair hacia Europa, en el sentido de participar en el "centro de gravitación", aunque aún no esté en el euro. Los nuevos aires franco-alemanes llegan en un buen momento para recuperar el impulso político en una UE que languidecía en varios frentes. A la soledad poco comunicativa de un Banco Central Europeo necesitado de un contrapeso político se ha sumado la decepción que ha causado Romano Prodi como presidente de la Comisión, mientras que la inhibición de Berlín y París y su falta de protagonismo han ido creando un vacío sólo colmado por una visión más británica de Europa. Es hora de que la política vuelva al centro de la construcción europea.

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