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El euro amenaza a la industria británica

El Gobierno de Blair descarta devaluar la libra para elevar la competitividad del Reino Unido

La industria británica está acusando gravemente el impacto de la exclusión de la libra esterlina de la zona euro. Los primeros síntomas visibles se percibieron el año pasado con la insólita decisión de firmas tradicionales, Mark and Spencer, entre ellas, de sustituir a los suministradores nacionales por proveedores de otros mercados. Por este camino optó también el grupo alemán BMW antes de desmembrar su filial británica y vender la marca Rover al simbólico precio de 2.850 pesetas. La fuerte cotización de la libra se antepuso como la causa fundamental del fracaso de BMW en el Reino Unido.Y el declive de la industria automovilista británica no parece tocar fondo. La estadounidense Ford, con pérdidas en el Reino Unido de 119 millones de libras (más de 30.000 millones de pesetas) en 1999 y un exceso de capacidad a nivel europeo, cesará la producción en su factoría londinense en el año 2002. La japonesa Nissan, por su parte, estudia la posibilidad de trasladar a Francia o España la fabricación del nuevo modelo Micra. Esta firma y sus competidores nipones, artífices del despegue del sector en la década de los años ochenta, amenazan con meter el freno a sus inversiones si el Gobierno laborista de Tony Blair mantiene la estrategia de esperar y ver si el euro funciona antes de caminar hacia la controvertida abolición de la libra.

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"Daño a corto plazo"

El primer ministro reconoció esta semana que el alto diferencial entre ambas monedas está causando "daño a corto plazo", pero identificó el problema en "la debilidad del euro". "Una debilidad", dijo en el transcurso de una cena de la Confederación de la Industria Británica (CBI), "que no se justifica por ningún análisis serio de los fuertes fundamentos económicos de Europa". Blair reiteró que, aunque "en principio" está en favor del euro, "en la práctica deben cumplirse las condiciones económicas".

Las estadísticas oficiales, publicadas el pasado miércoles, indican que se han perdido 98.000 puestos de trabajo en la industria manufacturera durante el último año, para rozar los cuatro millones de empleados en el sector por primera vez en seis años. Las causas del declive llevan una vez más al mismo terreno: "La fortaleza de la libra, impulsada por unas tasas altas de interés", según denunció el presidente de la CBI, Clive Thompson, en su discurso de respuesta a Blair.

La CBI pide contención en el gasto público, protesta por las nuevas normativas nacionales y europeas en legislación laboral y exige al Ejecutivo laborista que defina clara y decisivamente su política respecto al euro. Las Cámaras Británicas de Comercio, cuyos miembros son, por lo general, de menor tamaño y más reacios a la abolición de la libra, censuran la política de altos tipos de interés que mantiene el comité monetario del Banco de Inglaterra con el objetivo de combatir las presiones inflacionistas. Frente al 3,75% de la tasa en la zona euro, el precio oficial del dinero alcanza el 6% en el Reino Unido desde abril.

Presiones externas

Mientras dura la indecisión gubernamental crece la presión externa para actuar contra la fortaleza de la moneda nacional. Agentes sociales y algunos analistas económicos sugieren al ministro de Finanzas, Gordon Brown, que invierta parte de los 22.500 millones de libras recaudados con la subasta de licencias en telefonía móvil en la adquisión de euros o bonos denominados en euros. Otros proponen al Banco de Inglaterra que intervenga directamente en el mercado de divisas o relaje los tipos de interés para fomentar la competividad de la industria y de los exportadores británicos.

Una posibilidad que no está nada clara. Los últimos datos de inflación, con una subida del 1% en abril respecto al mes anterior, lo que sitúa a los precios al consumo británicos en una tasa internual del 3%, frente al 2,6% de marzo, alejan en principio cualquier relajación monetaria. Pero, al mismo tiempo, la inflación subyacente (sin energía ni alimentos frescos) descendió al 1,9%, la tasa más baja desde 1975, año en que comenzó la elaboración de esta serie estadística. Un dato que camina en dirección contraria que el anterior y que sí podría invitar al banco central a rebajar el precio oficial de la esterlina.

El gobernador del banco emisor, Eddie George, descartó la vía intervencionista el pasado abril, opción que también rechaza el primer ministro. "Muchos nos han dado consejos en las últimas semanas sobre cómo podríamos hacer caer la libra. Yo creo que no podemos intentar devaluar artificialmente la moneda", dijo Blair. La estabilidad económica es el objetivo de la política económica del nuevo laborismo. Para el primer ministro, lo importante es mantener una "fuerte política fiscal y una política monetaria sensata, que son la mejor garantía para la estabilidad que todos queremos". "Esto lleva tiempo", previene Blair, "nuestra política está orientada a una fortaleza duradera. La estabilidad echará raíces con el tiempo.... Elevar la productividad lleva tiempo, no semanas ni meses".

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