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El Centro Europeo de Astronautas

Estos días se cumplen diez años del acto de inauguración del Centro Europeo de Astronautas, que yo tuve la suerte de fundar y dirigir durante unos cuantos años. Ha llovido un poco desde entonces y el infante ha crecido y madurado hasta convertirse en uno de los tres grandes centros de astronautas, con el de Houston, en Estados Unidos, y la Ciudad de las Estrellas, en Rusia.La decisión de su creación se tomó en los últimos años de la década de los ochenta, cuando Europa aún creía en la grandeza de apostar fuertemente por el espacio. Queríamos ser la segunda potencia, después de Estados Unidos; para ello era preciso embarcarse en grandes programas tripulados y de transporte espacial. Así, la Agencia Europea del Espacio (ESA) propuso a los países europeos los programas Columbus, Hermes y Ariane 5. Con estos tres grandes programas, Europa lograría un lanzador -Ariane 5- para el avión espacial tripulado Hermes y una estación espacial visitable -módulo Columbus de vuelo libre-. Con otro módulo del Columbus, Europa entraba a forma parte de la Estación Espacial Internacional.

Las operaciones en el espacio de estos programas hacían preciso que Europa también tuviera un Cuerpo de Astronautas Europeo y un centro donde se seleccionaran, entrenaran y apoyaran las misiones en las que estuvieran involucrados dichos astronautas. El Centro Europeo de Astronautas se ubicó cerca de Colonia, Alemania, pero la intención de la ESA era construir otra serie de instalaciones de simulación, medicina espacial, entrenamiento en piscinas, y robótica, repartidas por varios países europeos. El programa completo era tan atractivo para personas como yo que hemos dedicado toda nuestra vida profesional al espacio, que no dudé en aceptar el reto que me ofreció el entonces director general de la ESA, el alemán Reimar Lüst.

Fueron muchas las actividades en las que nos vimos involucrados mi equipo y yo. Un artículo de un diario no es el lugar más adecuado para detallarlas todas, aunque no me resisto a mencionar la primera selección de astronautas en la que conseguimos el primer astronauta español, Pedro Duque, además de otros europeos, y, cómo no, la creación y construcción del Centro Europeo de Astronautas, motivo de esta celebración y de este artículo. Con toda la ilusión y el entusiasmo de unos profesionales convencidos del momento histórico que estábamos viviendo y ayudando a escribir, nos dedicamos a nuestra tarea, que día a día iba dando sus frutos: un cuerpo de astronautas, unas instalaciones, unos programas de entrenamiento, y unas misiones en colaboración con Estados Unidos y Rusia que permitían a Europa adquirir la experiencia en la faceta que le faltaba, la exploración del espacio por el hombre.

Pero, desgraciadamente, no todos los asuntos europeos rodaron bien para nuestros programas. El hundimiento de la Unión Soviética provocó una serie de problemas económicos por efecto dominó, entre ellos la bancarrota de la Alemania del Este, que tuvo que ser asumida por la del Oeste, que obligó a los países de la ESA a reconsiderar las propuestas de los programas tripulados antes mencionados. En definitiva, quedaron los proyectos de colaboración con la Estación Espacial Internacional, que son los que están permitiendo mantener el Cuerpo de Astronautas Europeo y el Centro de Colonia, que ahora celebra su 10º aniversario.

Como a un hijo muy querido, que vino al mundo con dolores de parto intensos y prolongados, pero que ya en los años de su infancia y adolescencia me colmó de alegría y felicidad por sus excelentes resultados, le deseo al Centro Europeo de Astronautas larga vida y toda clase de éxitos en ella.

Andrés Ripoll fue el primer director del Centro Europeo de Astronautas.

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