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Los especialistas retiran 3.000 kilos de material que no explotó en la pirotecnia accidentada

Rafelcofer / Valencia El cadáver de Francisco José Ariza Canet, de 25 años, localizado bajo un amasijo de escombros, ha elevado a seis las víctimas mortales de la explosión que destruyó el lunes la pirotecnia Hermanos Borredà de Rafelcofer (Valencia). Tres de los heridos,uno de ellos en estado gravísimo, siguen hospitalizados. Ayer, mientras se celebraban los funerales y el entierro de cinco de las víctimas mortales, proseguían las labores de extracción de 3.000 kilos de material pirotécnico que quedaban en los restos del único edificio que quedó en pie. La Generalitat afirmó desconocer la cantidad de explosivo que había en la empresa y las causas que originaron la deflagración.

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A primera hora de la mañana de ayer, los agentes de la Guardia Civil, acompañados por especialistas en desactivación de explosivos, miembros de la policía autonómica y personal del cuerpo de bomberos, dirigidos por técnicos de la consejería de Industria y de empresas pirotécnicas, reanudaron las labores de localización de víctimas y de desescombro. Poco después de las 10 de la mañana fue hallada la sexta víctima mortal, el empleado Francisco José Ariza, vecino de Potries (Valencia), bajo un muro de una de las casetas de la pirotecnia de Rafelcofer. A partir de ese momento, la prioridad de los equipos desplazados al lugar del siniestro se centró en la recuperación de los 3.000 kilos de material pirotécnico sin estallar que quedaban en el único almacén de la empresa que quedó en pie, según señaló el consejero de Justicia de la Generalitat valenciana, Serafín Castellano, que coordinó las labores de evacuación. Anoche, los especialistas estudiaban si era viable retirar el material o, debido al riesgo que ofrece el almacén en ruinas, ejecutar esta mañana una voladura controlada. El responsable del Ejecutivo autonómico evitó aventurar el origen de la explosión y remitió al informe que elaborará la Consejería de Industria, -entidad que comparte las competencias en materia pirotécnica junto a la Delegación de Gobierno en la Comunidad Valenciana- "cuando se haya vaciado el almacén y no exista riesgo de explosiones". Las labores de rastreo se extendieron también a los campos de naranjos de los alrededores, en los que quedaron diseminados artefactos pirotécnicos.

Una de las hipótesis planteadas ayer, a raíz de testimonios de ex trabajadores y de empleados de la firma que resultaron ilesos, apunta a que el origen de la explosión estuvo en la zona de fabricación de las candelas romanas, unos tubos que contienen nueve proyectiles. La explosión de una caseta se expandió a otras tres próximas y ello provocó una reacción en cadena. Cuatro de los fallecidos y el herido más grave trabajaban en esta zona de la pirotecnia.

Tampoco se ofrecieron datos oficiales sobre la cantidad de material explosivo almacenado en el recinto en el momento de la explosión. Uno de los técnicos desplazados al lugar, perteneciente a otra empresa y que prefirió no dar su nombre, estimó que en el taller podía haber más de 10.000 kilos de pólvora.

Un herido más

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Por otra parte, Castellano dio a conocer la existencia de un nuevo herido que ingresó en el hospital Francesc de Borja de Gandia a última hora del lunes. Se trata de José Manuel Bañuls Millet, afectado por inhalación de humo, que dejó el centro hospitalario ayer mismo.

Otros tres heridos continuaban hospitalizados ayer con pronóstico grave, y se temía por la vida de Vicente Camarena Serrano, ingresado en el Hospital La Fe de Valencia con quemaduras en más del 90% del cuerpo. Además de Francisco José Ariza, de Potries, los fallecidos son Bautista Gosp Gosp, Inmaculada Bañuls Millet y Rafael Ferrer, todos ellos de Rafelcofer, José García Gracia, también de Potries, y Camilo Mengual Bisbal, de Pego, el único que no trabajaba en la empresa de los hermanos Borredà y que se había desplazado a la pirotecnia a comprar material para la banda de música de su localidad, que presidía. Otros cinco trabajadores resultaron heridos leves.

En las localidades de Pego, Potries y Rafelcofer se celebraron ayer los funerales de las víctimas. A los actos fúnebres celebrados en Rafelcofer, de donde eran tres de las víctimas mortales, acudieron el presidente de la Generalitat valenciana, Eduardo Zaplana, y altos cargos del Consell. El funeral, al que asistieron alrededor de 2.000 personas, fue oficiado por el obispo auxiliar de Valencia, Jesús Murgui.

Normativa de seguridad para un trabajo precario

El consejero de Justicia, Serafín Castellano, insistió ayer en que la empresa Hermanos Borredà cumplía con el reglamento sobre explosivos, reformado en 1998. Esta norma estatal, señaló, se acata con más exigencia en Valencia ya que la Administración autonómica realiza inspecciones periódicas en los talleres, algo que, según el consejero, no se produce en otros sitios. La normativa establece ecuaciones -en función de la cantidad de pólvora- que determinan la distancia de los talleres respecto de los núcleos de población y los nudos de comunicaciones, y también entre las casetas de una empresa piroténcia. La norma establece que la producción diaria no podrá superar los 200 kilos de pólvora de tiro o los 1.500 de productos pirotécnicos (que tienen un 10% de masa explosiva). Las competencias están repartidas entre la Consejería de Industria y la Delegación del Gobierno. La primera emite los informes previos a la autorización de las empresas, así como el certificado de idoneidad de las instalaciones. La segunda expide la autorización de puesta en marcha en función de los documentos anteriores. La empresa de Rafelcofer había solicitado un proyecto de reforma del almacén ante la Delegación del Gobierno. Este departamento se negó ayer a dar datos sobre la modificación propuesta.

UGT destacó ayer la elevada tasa de temporalidad de los trabajadores como uno de los factores que elevan la siniestralidad. Esta organización señaló que en las elecciones sindicales de 1999 sólo constaban nueve trabajadores en la firma Hermanos Borredà, mientras que 13 se han visto afectados por la explosión, cinco de los cuales han muerto. La norma exige que la dirección técnica del taller corresponda a un encargado "con capacitación profesional que le faculte para ello".

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