El gobernador de San Petersburgo, reelegido pese a la oposición de Putin
Vladímir Putin conquistó con facilidad la presidencia de Rusia el pasado 26 de marzo, pero no ha logrado poner a uno de sus fieles al frente de su ciudad natal, San Petersburgo. El gobernador Vladímir Yakóvlev, aspirante con la vitola de independiente que contaba, además, con el apoyo de los comunistas, logró la reelección el pasado domingo con más del 70% de los votos. Hace varias semanas, al ordenar la retirada como candidata de la viceprimera ministra Valentina Matviyenko, el nuevo líder del Kremlin se resignó a un nuevo mandato de Yákovlev, con el que comparte una filosofía del poder que puede llevarles a entenderse superando viejos enfrentamientos. Ambos fueron vicealcaldes con Anatoli Sobchak hasta 1996, cuando el dirigente reformista recientemente fallecido, que contaba con la ayuda de Putin, fue derrotado por Yákovlev tras una campaña marcada por el juego sucio.
De nada sirvió que Unidad, el partido del Kremlin, y la Unión de Fuerzas de Derechas de Serguéi Kiriyenko decidiesen apoyar al candidato de los liberales de Yábloko, Ígor Artemiev, que prometía barrer la corrupción y la violencia que han dado a la hermosa San Petersburgo una siniestra (y en buena parte merecida) fama de capital criminal de Rusia.
Igual que la mayoría de los rusos optó por el poder y la continuidad para situar a Putin en el Kremlin, los peterburgueses rechazaron el cambio y votaron con el convencimiento de que es mejor malo conocido que bueno por conocer. La segunda ciudad de Rusia está, además, de moda porque Putin se lleva de ella para ocupar puestos clave en Moscú a viejos compañeros de los servicios secretos y de la administración local.
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