Sánchez Fierro, un alto cargo tocado por el 'caso Aycart'
Hay una vieja y conocida anécdota de Julio Sánchez Fierro, el nuevo subsecretario de Sanidad, que él mismo contaba. Hace ya muchos años subió a un taxi, dio la dirección y se enfrascó en una discusión futbolera con el taxista. "Hay que ver lo bien que habla usted español y lo que entiende de fútbol para ser chino", le dijo el conductor. El Chino fue el apodo que Sánchez Fierro tuvo durante muchos años en la patronal CEOE. Sus ojos, ligeramente semicerrados por efecto de la miopía, las gafas de montura negra y su absoluta meticulosidad provocaron, sin duda, el mote, siempre cariñoso.Pero Sánchez Fierro es de Madrid. Nació hace 56 años y, después de cursar la licenciatura de Derecho en la Complutense, se doctoró en la Universidad de Alcalá de Henares. Forjó su carrera profesional en la entonces casi recién nacida CEOE y participó, como técnico, en todo el proceso de concertación social. En los pactos con el Gobierno o los sindicatos, la patronal estaba también asesorada por Analistas de Relaciones Industriales, una empresa en la que trabajaba Pedro Arriola, hoy asesor de José María Aznar y marido de Celia Villalobos, la nueva ministra de Sanidad.
En 1996, Sánchez Fierro abandonó el mundo de las agrupaciones empresariales para ser secretario general técnico de Trabajo, con Javier Arenas como ministro. Permaneció en el cargo hasta 1998 y en ese tiempo volvió a formar parte de un nuevo proceso de acuerdo social, pero esta vez no desde la empresa y como profesional, sino desde el Gobierno y la política. Sus próximos destinos serían la Asamblea de Madrid, en la que hoy es diputado por el PP, y la ejecutiva nacional de ese partido.
Sus peores momentos los vivió a raíz del caso Aycart, el jefe de gabinete del ministro Manuel Pimentel destituido por la concesión de subvenciones millonarias para formación a una empresa de su esposa. Sánchez Fierro reconoció que había recomendado para el cargo a Aycart. Por si fuera poco, después pasó el trago de explicar que no tuvo nada que ver con las subvenciones que una empresa de su cuñado, con el que dice no tratarse, también recibió.
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