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Propuestas inequívocas

Hace ya veinticinco años, con motivo de la publicación de un trabajo sobre urbanismo comercial en Valencia, editado por el Instituto de Reforma de las Estructuras Comerciales, con la colaboración del Gabinete Sigma, lugar de encuentro y estudio, de singulares personajes valencianos, inspirado, entre otros, por el lamentablemente desaparecido Vicent Ventura, nos atrevimos a formular, junto a Miquel Angel Fabra, unas propuestas concretas de política urbanística.En estas propuestas, que pueden fácilmente consultarse, se trataba de corregir la desproporcionada evasión del gasto, y los consiguientes desequilibrios, que por este motivo se producían, entre el área comercial de Valencia, y los propios barrios periféricos y centrales de Valencia ciudad.

Para ello se partía de la delimitación de unas subáreas comerciales, tales como Sagunto al norte, Torrent al oeste, y Alzira al sur, que se veían reforzadas, por otros núcleos comerciales, como Alboraia-Tavernes, Massamagrell y Puçol, en el primero de los casos, Burjassot y Llíria en el noreste, y Benetússer-Alfafar-Sedaví al sur. En estas subáreas, resultaba evidente la necesidad de dotaciones comerciales, que evitaran la evasión del gasto, y el tiempo ha demostrado, como en todas estas ubicaciones, han ido llevándose a cabo diferentes actuaciones que han compensado los desequilibrios existentes. Mayor interés ofrecían las posibles iniciativas a llevar a cabo, dentro del ámbito de la propia ciudad de Valencia, entre los distintos barrios periféricos y centrales, en lo que podríamos denominar actuaciones interbarrios, que permitieran reunir dotaciones mínimas de superficie comercial, para abastecer a poblaciones superiores a 70.000 habitantes, de artículos de consumo ocasional, haciendo por tanto innecesario el desplazamiento de la población para la adquisición de los mismos.

Los grupos que de esta forma se delimitaron fueron los siguientes, norte: Campanar, Marchalenes-Avenida de Burjassot, Benimámet, Benicalap, Zaidía, Exposición, Orriols y Sagunto; oeste: Avenida del Cid, Mislata, y Xirivella; sur: Monteolivete, Carretera de Malilla, Fuente San Luis, Natzaret y Castellar-Oliverar; noreste: Hípica, Paseo al Mar, Benimaclet, y San José; y este: Avenida del Puerto, en las inmediaciones del Grao, y restantes barrios portuarios.

En todos estos grupos, junto a las facilidades de acceso, el otro condicionante para su funcionamiento, era el del aparcamiento. El situar los aparcamientos necesarios, en los correspondientes grupos interbarrios, próximos a la ubicación de los centros comerciales, e independientemente de que éstos dispusieran de la necesaria dotación de superficie destinada a tales efectos, favorecía, por un lado, que quienes utilizaran este servicio, realizaran sus compras ocasionales, en el respectivo centro, y, por otro, que quienes desearan trasladarse al centro urbano, utilizaran los vehículos de transporte público descongestionando, de ambas formas, los barrios centrales.

La implantación de figuras comerciales, de mayor o menor dimensión, según la importancia de los centros, ha sido también vertiginosa, en Valencia, en los últimos años. Así, a la implantación de Nuevo Centro, donde existía mayor déficit, próximo a la estación de autobuses, en la zona Marchalenes-Avenida de Burjassot, que incluía dos grandes almacenes, le sucedió el centro comercial de Port-Saplaya, entre la Avenida de Cataluña, y el término municipal de Alboraia, y el de Gran Turia, entre la carretera de Picanya y el nuevo cauce del Turia. Finalmente, en la prolongación de Monteolivete, se llevó a cabo el de El Saler, que venía también a cubrir déficits importantes.

En los barrios portuarios limítrofes con la Avenida del Puerto, tales como Grao, Cabanyal-Arenas, y Malva-rosa, donde se observaba también un déficit significativo de dotaciones, todavía no se ha cubierto, probablemente por las especiales circunstancias que concurren en la zona, lo que pone de manifiesto la necesidad de un tratamiento respetuoso con el entorno, más si cabe en este caso, donde se concilie la actuación comercial con la rehabilitación de los mercados cubiertos existentes.

Como vemos, en general las propuestas se fueron realizando, desmintiendo al menos en esta ocasión, aun cuando sólo fuera por la simplicidad del planteamiento, reducir los déficits, la reiterada aseveración de Milan Kundera, "todas las previsiones se equivocan, es una de las escasas certezas de que disponemos los seres humanos".

Alejandro Mañes

es gerente de la Fundació General de la Universidad de Valencia.

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