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El ojo de Òmnium Cultural te vigila

Teresa Duran, de 44 años, lleva 12 años dando regularmente clases de tai chi, una técnica de relajación oriental practicada por millones de personas en todo el mundo. Es una práctica de introspección, en la que el movimiento corporal es mucho más importante que el idioma en que se expresan las directrices de los profesores, pero Duran cometió recientemente un error imperdonable en sus clases: se dirigió a un alumno en castellano. El desliz no pasó inadvertido a Òmnium Cultural, la histórica entidad de propaganda nacionalista fundada en 1961. Pocos días después, su presidente, Josep Millàs, dirigió personalmente una carta a la profesora amonestándola por su supuesta desidia lingüística.Millàs no es alumno del curso de tai chi, pero ello no fue ningún impedimento para que recriminara a la profesora que en sus clases "se discrimine la lengua propia". La misiva recuerda que la Ley de Política Lingüística concede al catalán el rango de lengua propia y que la Constitución afirma que la "riqueza de las distintas modalidades lingüísticas es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección". "Deseamos que nuestra queja le haga reflexionar sobre la conveniencia de cambiar la lengua en que da las clases", escribe Millàs a modo de despedida.

Teresa Duran no daba crédito a lo que leía. "La actuación de Òmnium, que en otra época fue una entidad muy respetable, me parece absolutamente lamentable", afirma la profesora. "Esta forma de actuar es propia de un Estado policial, pero no podemos olvidar que Òmnium Cultural recibe subvenciones públicas de la Generalitat", añade.

Duran sostiene que, además, ella utiliza el catalán para impartir sus clases. Sólo ocasionalmente se dirige a sus alumnos en castellano, por lo que se siente doblemente indignada por el sumario que le abrió Òmnium Cultural. "Antes de ser tan agresivos, como mínimo podían haber comprobado los hechos que denuncian", afirma.

Millàs admite que Òmnium no emprendió ninguna medida para conocer de primera mano la lengua que esta profesora utiliza en sus clases. Se fían, dice, de las denuncias lingüísticas que realizan los adheridos a la entidad catalanista y actúan en consecuencia. "La verdad es que me sorprende que [Teresa Duran] diga que sus clases son en catalán, parece más bien que busca pretextos y excusas", asegura. Millàs minimiza la actuación de su entidad: "Nosotros no somos un tribunal, sólo intentamos hacer ver a la gente que la lengua catalana es la propia", afirma el presidente de Òmnium, quien añade: "Nuestro objetivo es convencer".

Al frente del equipo de Òmnium que vela en favor de la normalización lingüística se encuentra Enric Padrosa. Él es el encargado de "dar salida" a las denuncias que periódicamente plantean los socios. "Sólo actuamos a partir de quejas concretas y unos discípulos de tai chi nos pidieron que hiciéramos algo", explica. Al igual que su presidente, Pedrosa quita hierro al conflicto con la profesora: "Si alguien no está de acuerdo con lo que le decimos, nos lo hace saber y aquí paz y después gloria", concluye.

No obstante, Duran cometió un segundo error al quejarse formalmente ante Òmnium Cultural y comentar en sus clases el malestar que sentía como consecuencia de la carta. La respuesta no se ha hecho esperar y ha vuelto a llegar en forma de misiva, aunque esta vez firmada por una entidad inexistente: el Colectivo de Alumnos de Tai Chi (CAT).

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El anónimo acusa a la profesora de tener una "reacción desproporcionada" y reitera los mismos argumentos aportados por Òmnium, aunque en términos más duros: "El complejo de inferioridad del catalán respecto al castellano es frecuente en muchos ciudadanos, forma parte de la subyugación de siglos, y conductas como la tuya no son extrañas", se escribe en la nota. Y se añade: "El cambio idiomático siempre en la misma dirección eterniza la anormalidad, nos hace sumisos para siempre y evita la integración de los inmigrantes". "¿Es esto lo que quieres?", se pregunta a la profesora. Ésta no piensa cambiar sus hábitos lingüísticos, aunque se sienta todo el día vigilada por Òmnium Cultural.

Arduino Vannucchi

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