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Tribuna
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Gamberradas

La xenofobia y el racismo empiezan a tomar cuerpo, como si de una epidemia se tratara, dentro del Estado. No se trata de conductas aisladas, sino habituales. No es raro el día en que se da una noticia en la que menores, inmigrantes o etnias aparecen en los medios de comunicación y su daño nos es contado como algo distinto, diferente, a los motivos que les han hecho salir del anonimato de su intimidad. Son comportamientos que no están residenciados exclusivamente en un lugar del Estado, lo mismo ocurren en el Norte que en el Sur.Los recientes sucesos de Lepe y la conducta de los padres de un colegio de Barakaldo son todo un ejemplo. La búsqueda indiscriminada de inmigrantes para golpearlos se anuda, guste o no, a los sucesos de El Ejido, sin que la mayor o menor intensidad de los golpes que han recibido la haga diferente. No cabe disfrazar de gamberrada o de animalada lo que no son sino actos xenófobos. El mismo que tienen esos papás de Barakaldo cuando tratan de impedir que tres niños puedan compartir educación con sus hijos, todo por el único hecho de ser de etnia gitana.

Llamar gamberros a quienes maltratan a inmigrantes y conflictivo a un niño de tres años cuando algunos de estos políticos reservan el término a quienes no son de etnia gitana y queman las calles de sus ciudades sí que es una gamberrada.

Tal vez cuando empiece a aceptarse una realidad, cuando dejen de taparse los actos de irresponsabilidad con la irresponsabilidad de las frases de algunos gobernantes, se recupere el sentido común y se puedan encontrar medios para conseguir que los conflictos sociales se solucionen desde la razón y se haga una verdad incontestable que vivimos en un Estado de derecho.

Mientras los ciudadanos recibamos mensajes contradictorios se generará confusión. Además, cada vez más, asistiremos sorprendidos a las diferencias sutiles e interesadas que pretenden hacernos ver que estos hechos nada tienen que ver con la quiebra del principio de igualdad, y sin embargo, es más seguro que si no hubieran sido inmigrantes o de la etnia gitana no hubieran sido golpeados ni se pretendería echarlos a patadas en su niñez.

EUGENIO SUÁREZ PALOMARES

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