El clan de los Pelayo gana la apuesta
El Casino de Madrid pierde el pleito contra un grupo familiar que utiliza la informática para triunfar en la ruleta
Un grupo de seis personas, conocido como el clan de los Pelayo, trae de cabeza desde hace años a los casinos españoles y parte de los europeos. Cuando les ven llegar, los crupieres se echan a temblar y saltan las alarmas. Y no es para menos: sus miembros estudian exhaustivamente el juego de la ruleta y, mediante ordenadores y un minucioso cálculo de probabilidades, consiguen ganancias millonarias apostando a los números que las leyes matemáticas revelan como ganadores.Desesperado, el Casino Gran Madrid, uno de los que más dinero mueven en España, decidió en 1994 prohibir la entrada del clan a sus instalaciones. Alegó que sus maquinaciones permitían al grupo "jugar con ventaja" y que ello vulneraba el artículo 31 del Reglamento de Casinos, que faculta al director "para invitar a abandonar la sala a aquellas personas que produzcan perturbaciones en el orden de las salas de juego o cometan irregularidades en la práctica de los juegos".
Convencido de que la ley y el sentido común le asistía, el clan consideró ilegal el veto y acudió primero a la Delegación del Gobierno de Madrid y luego a los tribunales. Tras varios años de pleito, los Pelayo también han ganado su última apuesta, la judicial.
El Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha dictado una sentencia en la que les da luz verde para que, al igual que otros ciudadanos, puedan acceder al casino madrileño sin impedimentos. Interpretan los jueces que el acceso al local "es una cuestión de derechos individuales" y que, además, no constituye una "irregularidad ni altera las normas del juego" el que los Pelayo utilicen para sus apuestas el cálculo de probabilidades y la informática. "Esa conducta no afecta a la propia ruleta, pues ésta no se manipula para forzar un resultado; ni se sustituye la apuesta ni tampoco se altera el resultado", destaca el Tribunal Superior, y añade: "Se apuesta como cualquier jugador, en el momento oportuno, y siguiendo las reglas de la ruleta, corriendo el riesgo de todo azar y con la única circunstancia de que se espera obtener un resultado satisfactorio basado en el cálculo de probabilidades". Los jueces subrayan que los Pelayo "siempre pagaron su entrada en el casino, jugando unas veces y sin jugar otras muchas", y que "el hecho de no participar en los juegos [a veces iban al local sólo para anotar los movimientos de la bola] no quebranta el reglamento del juego". Además concluyen que la ruleta es un juego en el que cada participante actúa con reglas propias y cuya esencia es la incertidumbre del resultado.En su infructuoso intento por perderles de vista, el Casino Gran Madrid, situado en la localidad madrileña de Torrelodones, remitió a los jueces un amplio informe sobre las andanzas del clan de los Pelayo. En él destaca que "está compuesto por un grupo de familiares" y varios "compañeros de aventuras" que hace años "decidieron hacer del juego de azar su profesión y negocio". "Estos sujetos", indica el informe, "han acreditado su comportamiento en otros muchos casinos, españoles y extranjeros, que de forma unívoca les han prohibido la entrada". Según el Casino, eligen "algunas mesas de ruleta y durante varios días se dedican a recopilar sistemáticamente los resultados, dando un tratamiento informático a dicha información". Ello les permite "anticipar las frecuencias y tendencias de los resultados". Incluso estudian "la inclinación y desgaste de las mesas" de juego en las que operan. "Obvio es", remacha el Casino, "que de esa forma conocen con mayor grado de certeza los posibles resultados y se colocan en una situación de ventaja".
Obtenidos y procesados los datos, continúa el informe, eligen un día y apuestan "intensamente a aquellos resultados que el estudio revela como más probables". Y no les ha ido mal. Aunque el informe no especifica los millones de pesetas cosechados por este clan, sí indica el riesgo que supone "reventar" la caja tanto "para la empresa como para Hacienda". Requerido ayer por EL PAÍS, el Casino se limitó a indicar que había recurrido el fallo y que "no le consta" el dinero ganado por este clan.
Para desesperación del Casino, la suerte trabajada de los Pelayo se extendía a otros jugadores que, nada más verles, se pegaban a ellos y apostaban por los mismos números. Ahora podrán volver a jugar.
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