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Crítica:FLAMENCOFESTIVAL DE JEREZ
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Jerezanos de lujo

Jerez fue una fiesta. Dos de sus artistas más queridos reunidos en un programa de lujo. Como son, por añadidura, dos grandes artistas, triunfaron en toda la línea.La guitarra de Moraíto Chico fue, de nuevo, esa fuente de música flamenquísima, increíble, que hoy es universalmente aceptada. Moraíto logra de su guitarra sonidos graves, cálidos. La escuela jerezana de toque seguramente nunca antes alcanzó cotas semejantes de belleza y seducción a las que logra este Morao componiendo la música que compone e interpretándola.

Por siguiriyas, por soleares, por bulerías, es un fenómeno. Sobre todo por bulerías, el género más jerezano, en el que Moraíto logra una síntesis perfecta entre complejidad técnica, fulgurante brillantez y belleza. Secundado por su gente de Jerez -en primer término la guitarra de su hijo Diego, que se está poniendo a niveles de calidad dignos del padre-, con las que tantas veces trabaja, Moraíto Chico tuvo con toda justicia su noche de gloria en el escenario más deseado de su pueblo.

Moraito Chico y Antonio El Pipa Festival de Jerez

Teatro Villamarta. Jerez de la Frontera. 10 de mayo.

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Homenaje a El Habichuela

Como la tuvo Antonio El Pipa, ese bailaor espectacular que está logrando una situación muy especial en el panorama del flamenco actual. Porque se mantiene fiel al baile que hoy ya casi no se hace, el baile de su familia y de los gitanos de Jerez, depurado personalmente por él a través de estudios académicos y una dedicación entusiasta.

Antonio El Pipa bailó rondeña -creo que por primera vez- y alegrías, tangos y bulerías. Exultante, atractivo, vestido "de cine", es bailaor que vive sus triunfos consciente de que las audiencias se le entregan de inmediato. Su baile es sensual e incluso barroco, y a veces puede llegar a parecernos un tanto con modos de mujer. Pero El Pipa lo hace en su afán de agotar los recursos que el arte le presta para crear donaire y belleza.

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Al final el bailaor invitó de nuevo al guitarrista a recoger las ovaciones del público, que en pie no se cansaba de aclamar sus nombres: Moraíto y El Pipa, El Pipa y Moraíto. Quizá hoy el mejor arte de Jerez.

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