Pánico en el oficialismo

"Pánico en el PRI", tituló en primera página el último número del semanario Proceso. No parece gratuita la portada. En el debate televisado del pasado 25 de abril, Labastida parecía el retador y Fox, el ganador, el aspirante que se manifestaba prudente para preservar los apoyos electorales ya conseguidos y obtener otros nuevos. Labastida, que evidentemente no ganó el debate, ha reorganizado el equipo y las responsabilidades de campaña, y llamó a recuperar "la casta" para evitar la derrota. La buena marcha de la economía mexicana, con un crecimiento promedio anual del 5% desde 1996, le favorece. Y puestos a tirar por la calle del medio para conseguir el triunfo, Bartlett, implicado años atrás por la prensa norteamericana en asuntos de narcotráfico, embistió contra Fox, exgerente de Coca-Coca y más liberal que el partido al que pertenece. "Es un producto chatarra, un candidato que surge de un sospechoso proyecto antinacional, representa un peligro para la seguridad nacional", acusó Bartlett. Un vendepatrias, dijo, dispuesto a entregar el país a la voracidad de los capitalistas extranjeros.

No sorprendieron tanto los ataques del dinosaurio, como la reacción, en esa misma línea, del moderado Labastida sobre el viaje de Fox a Estados Unidos, que concluye hoy, para reunirse con los millones de emigrantes mexicanos domiciliados en Chicago y California. "Esos viajes me parecen sospechosos (...) A ver si no está haciendo ya arreglos para vender Pemex [Petróleos Mexicanos] en EEUU".

"¡Es un embustero!", tronó Fox, quien calificó de "narcotraficante" a Manlio Fabio Beltrones, exgobernador de Sonora, uno de los nuevos promotores de un aspirante en la encrucijada, obligado a entrar en coalición con gentes que hubieran sido prescindibles si las encuestas le fueran propicias.