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Escolares itinerantes

María Fabra

Los niños excluidos se convierten en adultos excluidos. Con la idea de cambiar la primera premisa de esta afirmación, la antropóloga Ana Giménez, profesora de la Universitat Jaume I (UJI) de Castellón, ha comenzado los trabajos de dirección de un proyecto de investigación sobre La educación gitana en Europa, que cuenta con una financiación de más de 100 millones de la Comisión Europea. En el mismo, participarán también las universidades de la Sorbona, de París y la de Estudios de Florencia. A estos países se unirá Portugal.El objetivo principal del proyecto es el de efectuar un estudio interdisciplinar pero con la antropología como punto de arranque para investigar todos los factores que inciden en la situación de los niños gitanos en las escuelas. Giménez considera que el vacío escolar que provoca la movilidad de las familiar puede ser previsto de manera que se marquen nexos que faciliten la adaptación y la escolarización de los pequeños.

"Tienen una lengua diferente, una cultura diferente y otra manera de ver el mundo y la vida", asegura Giménez, quien considera que las dificultades de integración de los niños gitanos en las escuela se dan, en muchas ocasiones, porque no existe preparación para recibirlos. Una encuesta realizada por Tomás Calvo Buezas a profesores y alumnos españoles e incluida en el libro ¿España racista? ofrece pistas sobre dónde se sitúa el problema. Así, de un millar de entrevistas se desprende que un 15% de los niños, basándose en prejuicios, códigos y estereotipos patrón, se manifiestan contrarios a tener compañeros gitanos en clase. Pero son también los alumnos los que "descubren" como elementos "atractivos" entre los gitanos la unión familiar, la solidaridad étnica, el respeto a los mayores, su independencia, o su simpatía.

El seguimiento se efectuará no sólo desde los colegios, sino a través de la convivencia diaria con familias que, en muchos casos, son nómadas. Además, en cada país, un investigador efectuará una prospección sobre la situación educativa de la infancia gitana y, para ello, viajará con las familias nómadas para tomar datos sobre el hábitat y el estilo de vida de estos niños y marcar en planos los lugares en los que, habitualmente, se sitúan. De esta forma, los investigadores "vivirán" los problemas que se presenten, hecho que les facultará para plantear soluciones.

Aunque el censo de gitanos resulta muy impreciso (se calcula que en España viven alrededor de un millón, mientras que en Italia la cifra es de 60.000), las estimaciones apuntan a que el 50% de esta población no supera los 16 años.

Todos los resultados se pondrán en común entre los distintos países, aunque la Comisión Europea ya ha garantizado la continuidad del proyecto para que otros destinos de población gitana como Hungría no queden fuera de estas actuaciones.

Sin embargo una de las mayores preocupaciones de los coordinadores de este estudio es que los resultados caigan en saco roto. "Queremos transmitir los resultados a los políticos y a la sociedad, porque transmitir la realidad implica contribuir a que haya una mayor conciencia de que hay niños diferentes", mantiene Giménez, quien estudia la posibilidad de crear un círculo europeo de periodistas para potenciar las noticias positivas de las poblaciones desfavorecidas ya que "el que aparezcan noticias de gitanos en positivo no es desvirtuar la realidad".

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