El PSOE se impone como objetivo en su nueva etapa recuperar el voto de las clases medias
El PSOE quiere volver a gobernar lo antes posible y para conseguirlo cree que debe dirigir su mensaje a todos los ciudadanos, desde los obreros a las clases medias, los antiguos y nuevos actores sociales y económicos, la gente del campo, los laicos, los cristianos... Esta llamada interclasista figura en la ponencia marco para el congreso de julio que anoche aprobó la comisión política. "No se puede gobernar sin el apoyo de las clases medias, y éstas hace tiempo que no encuentran en el PSOE respuestas a sus inquietudes y aspiraciones", concluye el texto, que será discutido en el comité federal.
Los miembros de la comisión política aprobaron ayer los 158 puntos que se desgranan en los 38 folios que conforman la ponencia marco coordinada por Cristina Alberdi. Ahora esta gestora deberá someterse al aplauso o a la crítica de los miembros del comité federal, convocado para el próximo día 13, y a continuación a las enmiendas de los militantes del partido. El documento estará, por tanto, sujeto a variaciones, aunque en principio éste es el texto que Alberdi propone para llevarlo tal cual y convertirlo en el eje del congreso de julio.La ponencia dedica un largo apartado a la autocrítica. Los errores más graves en la actuación del PSOE, según los autores de este documento, se remontan a 1991. Otro de los apartados clave y más extenso es aquél en el que se perfilan las líneas de trabajo que este partido debe seguir en los próximos años para recuperar la mayoría. "Somos un partido con vocación de gobierno y queremos defender un proyecto político dirigido a todos los españoles", señala la ponencia en su apartado Una nueva estrategia.
Los destinatarios de las propuestas deben ser el conjunto de los ciudadanos con "una oferta política diferenciada y propia, pero para todos". En esta ponencia ha desaparecido toda referencia a la casa común, causa común, unidad de acción de la izquierda y otras expresiones, habituales hasta hace pocas semanas en el PSOE, que hacen referencia indirecta a Izquierda Unida, con la que los socialistas firmaron un pacto antes de las elecciones.
Vocación mayoritaria
Partiendo de la "vocación mayoritaria" del PSOE, este partido pretende, en esta nueva etapa dominada por la mayoría absoluta del PP, integrar convicciones, intereses y aspiraciones de sectores sociales muy diversos. "En nuestro partido tiene cabida la clase obrera, pero también las clases medias, los antiguos y los nuevos actores sociales y económicos, los intelectuales, los jóvenes, los mayores, la gente del campo y el segmento más urbano de la población, los laicos pero también los cristianos y otros creyentes", dice la ponencia.
A pesar de todo, el PSOE mantiene la voluntad de conservar su carácter de "partido de valores, tradicionalmente identificados con la izquierda progresista". Además, está decidido a diseñar su teoría y su práctica políticas "conforme a los principios de libertad, igualdad, justicia y solidaridad".
La necesidad que siente el PSOE de abrir sin límites el espectro social al que se dirige está justificada, según la ponencia, en el hecho de que a medida que han ido pasando los años esta formación ha perdido sin prisa pero sin pausa a sectores que en los ochenta le votaron. "No se puede obtener la mayoría ni gobernar sin el apoyo de las clases medias, y éstas hace tiempo que no encuentran en el PSOE respuestas adecuadas a sus inquietudes y aspiraciones".
Las ocho primeras páginas del documento están plagadas de reconocimientos de errores. El lenguaje es en muchas ocasiones durísimo y descarnado. Según este análisis, una vez que en los primeros años de gobierno consiguió consolidar la democracia y el estado de las autonomías, modernizar la economía, construir el estado de bienestar e integrar a España en Europa, el PSOE entró en el vacío, "que se ha prolongado hasta el día de hoy".
De nuevo en el apartado de autocrítica se reitera el alejamiento del "gran bloque de la clase media y el progresivo alejamiento de las clases medias urbanas".
En ese mea culpa cabe también la atribución del triunfo del PP a los propios errores, por ejemplo, "haber dedicado más atención a la reivindicación activa del periodo histórico del Gobierno socialista". Y acusa a los populares de haber renunciado "al valor democrático del consenso y del diálogo político".
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