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ETA pretendió el apoyo institucional para las elecciones 'nacionales vascas'

ETA pretendió que el PNV y EA comprometieran a las actuales instituciones vascas en la convocatoria de las elecciones para el conjunto del territorio de Euskal Herria que perseguía la organización terrorista, tal y como consta en el cuarto punto del documento que los dos partidos nacionalistas rechazaron y que se conoció ayer en su integridad. La negativa del PNV y EA, en la reunión del 11 de julio de 1999, a la propuesta etarra, calificada luego de "estrambótica", provocó la suspensión de la tregua y más tarde su ruptura.

ETA planteó, en la propuesta que el PNV y EA rechazaron el pasado mes de julio originando la ruptura de la tregua, que el máximo posible de las instituciones vascas actuales se implicara en la convocatoria y organización de unas elecciones que deberían celebrarse en el conjunto de los territorios vascos, incluidos Navarra y el País Vasco francés.En concreto, la organización terrorista perseguía que la convocatoria tuviera el "máximo apoyo de fuerzas e instituciones". Con ese objetivo, pretendió que el PNV y EA firmaran el compromiso de impulsar que "ese llamamiento sea hecho por el máximo número de instituciones existentes actualmente", tal y como reza el cuarto punto de su propuesta, que constaba de un total de seis.

En la última entrega de los documentos de la organización terrorista, el diario Gara publicó ayer en su textualidad la propuesta, ya conocida en términos generales y en sus principales extremos, a la que los nacionalistas moderados se negaron y que el PNV en concreto tildó de "estrambótica".

El primer punto señala: "Habiendo jurado respetar la palabra de Euskal Herria, asumimos el compromiso de hacer que esa palabra se concrete". El segundo se refería a la creación de un "sujeto vasco", mientras el tercero proponía esas elecciones que tendrían como espacio "toda Euskal Herria", para conformar un Parlamento con soberanía en ese mismo territorio.

El cuarto punto pretendía comprometer a las actuales instituciones en el llamamiento a esos comicios y el quinto contenía la decisión de dar facilidades de participación en ellos a los ciudadanos vascos, en paralelo con la marginación de las "fuerzas extranjeras" que pudieran "obstaculizarlos".

A cambio del compromiso del PNV y Eusko Alkartasuna en el impulso de esas elecciones desde las instituciones, en el sexto y último punto ETA ofrecía a esos partidos convertir en definitivo el alto el fuego indefinido que mantenía desde septiembre de 1998.

La organización terrorista detallaba que el nuevo parlamento de ámbito nacional vasco elegiría al lehendakari, asumiría la dirección de la "reconstrucción" vasca y elaboraría una "Constitución Soberana de Euskal Herria". Los comicios debían celebrarse en el plazo de tiempo más breve posible, aunque ETA no precisaba cuál debía ser éste.

La propuesta constituiría, según explicaba el diario abertzale, la última derivación de un texto redactado por ETA en octubre de 1998, un mes después del anuncio de la tregua y denominado "Estructuración institucional de Euskal Herria".

El documento, que no se reproduce en su integridad, pone el acento en la territorialidad, con un planteamiento que buscaría superar el esquema de cuatro territorios en España y tres en Francia.

A juicio de la organización terrorista, su planteamiento se habría visto interferido por la consolidación desde la transición del "vascongadismo" y el "navarrismo", lo que habría conducido a ETA a la decisión de sustituir ese esquema de siete territorios tradicionales con la unificación de la Navarra francesa y la española en una sola.

Partir de lo existente

Este documento de ETA proponía partir "de lo existente" para articular una institución común a los ayuntamientos (lo que sería hoy Udalbiltza), otra que aglutinaría la representación de las provincias (que denomina asamblea de herrialdes y de la que han hablado los partidos del Pacto de Lizarra), una tercera que sería el ya citado Parlamento Nacional surgido de las elecciones propuestas y rechazadas, y aún una cuarta que denomina Asamblea General y reuniría a las dos anteriores.

Según otra parte de la documentación en posesión de Gara, pese a la ruptura de la tregua, ETA no da por fracasado el proceso. Por el contrario, considera que ha logrado "superar la traición de 1977" y colocado las cosas en una vía que posibilita la apuesta independentista.

La organización terrorista hace referencia a los problemas y resistencias a volver atrás con la ruptura de la tregua que pueden darse incluso dentro de sus organizaciones afines, después de haber conocido "una buena situación" y advierte contra las tentaciones de intentar mantenerla "sea como sea".

Igualmente menciona el riesgo de atender a los "continuos guiños" que a su juicio lanza el PNV al mundo abertzale, y que considera falsos. "Es imprescindible que la izquierda abertzale tenga clara su apuesta política", por encima de coyunturas "favorables o desfavorables", dice ETA, que también alude a la influencia "práctica y psicológica" que puedan ejercer las actuaciones policiales. La nueva fase debe consistir en "desarrollar de forma práctica el debate estratégico sobre la construcción de Euskal herria", señala.

ETA considera que el Pacto de Lizarra sigue conservando toda su validez y viene a señalar a HB los ejes de su actuación futura: sacar a Udalbiltza "del tira y afloja entre partidos" y dotarla de efectividad y vida propia; trabajar por los derechos de los presos y contra las "fuerzas de ocupación" y, por último, seguir buscando la solución negociada con Lizarra como principal instrumento, aunque alejándolo de la lectura de pacto entre abertzales.

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