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PATRIMONIO

Decenas de edificios de interés de Alicante han desaparecido en 20 años

Pese a la existencia de normativa general y específica que obliga a protegerlos, decenas de edificios de interés arquitectónico e histórico han desaparecido en Alicante durante las dos últimas décadas. La pérdida del escaso patrimonio es consecuencia directa de la dejación de las administraciones públicas, el desinterés de los propietarios, la especulación y la falta de sensibilidad general.

En 1981, los técnicos del Ayuntamiento de Alicante dieron forma al Plan Especial de Edificios Protegibles, que los poderes públicos encargaron y aprobaron por unanimidad ante la "ineludible" necesidad de salvaguardar el escaso patrimonio arquitectónico que le quedaba a la ciudad. Desde entonces, las violaciones a esa normativa han sido una constante, y aquella "herencia insustituible y memoria perenne" de lo que fue la urbe ha quedado diezmada ante la pasividad de las mismas administraciones que dictaron las normas de protección, la falta de sensibilidad en la ciudadanía, el desinterés de los propietarios de los edificios y, sobre todo, el empuje de la especulación urbanística.Aunque la desaparición de edificios nobles ha constituido un permanete goteo en Alicante en la época del desarrollismo que promocionó la dictadura, durante las dos últimas décadas la ausencia de políticas activas y eficaces de protección han favorecido significativos zarpazos al patrimonio. Decenas de construcciones de hierro, madera y piedra integradas en el Catálogo de edificios de interés, han desaparecido de la escena urbana para dejar paso a inmuebles modernos de cristal, acero y hormigón. Otros muchos están abandonados, incluidas dependencias públicas que presentan un estado de semirruina, como el edificio de Correos o el Gobierno Militar.

Aunque la protección de edificios catalogados de interés arquitectónico o histórico compete a la Administración autonómica, la Ley del Patrimonio Cultural Valenciano especifica que cuando los ayuntamientos dispongan de planes especiales de protección la salvaguarda corresponde a la Administración local. En Alicante la voluntad política para proteger esos inmuebles es, cuanto menos, cuestionable, desde el momento en que no se obliga a los particulares a conservar ese patrimonio, ni el Ayuntamiento interviene de manera subsidiaria como garante de ese legado.

La dinámica que antecede a las demoliciones es siempre la misma: un arquitecto privado, contratado por la propiedad o una constructora, presenta un informe de ruina inminente del edificio, con serias dificiencias estructurales propias de premeditados años de abandono. Una vez que la inspección municipal es coincidente, el inmueble tiene los días contados, sin que en el proceso se suela advertir de su inclusión en el catálogo. No consta expediente sancionador alguno por abandono de edificio protegido.

El progreso mal entendido es el responsable de que construcciones de interés como la sede de Sanidad Exterior, la Aduana, la Comandancia de Marina, el edificio Vergé, la Aduaneta y decenas de bloques de viviendas de los dos últimos siglos sean hoy historia. Una seña de identidad que se pierde, según los historiadores, por la ausencia de burguesía urbana y el auge de la especulación.

El patrimonio arquitectónico de Alicante ha sido, históricamente, objeto de agresiones desde el siglo XVII. El vasto legado medieval y gótico de la ciudad desapareció con los bombardeos de la armada francesa de 1691. De esas épocas sólo se mantiene en pie la Iglesia de Santa María. Cinco días de bombas lanzadas desde los barcos anclados en la bahía acabaron con la lonja, el antiguo Ayuntamiento y buena parte del casco urbano.

Trece años más tarde la acción de la Armada inglesa, durante la Guerra de Sucesión, sentenció los edificios más recios y dejó a Alicante convertida en un solar sobre el que, durante los dos siglos posteriores, se levantaría una nueva ciudad definida por palacetes del XVIII, edificios de corte modernista y los consistentes bloques del primer ensanche urbano.

Esa riqueza arquitectónica, que constituye hoy uno de los más importantes legados patrimoniales del siglo XIX y principios del XX del litoral español, corre peligro de desaparecer por causas muy diferentes.

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