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El futuro empieza en otoño

Pasada la resaca electoral y el debate de investidura, Convergència Democràtica (CDC) y sus socios democristianos de Unió (UDC) empiezan a preparar sus congresos de otoño o quizá de invierno. El partido que dirige Jordi Pujol convocará el suyo en el consejo nacional que se celebrará el próximo 14 de mayo. Se barajan las fechas de los dos últimos fines de semana de noviembre. Los democristianos se reunirán después, a principios de diciembre.La proximidad de fechas no es casual. Los congresos de ambos partidos deben redefinir el marco de relaciones de la coalición, por lo que Unió, al ser el último, parte con clara ventaja. Siempre podrá corregir la ponencia de estrategia política en función de lo que decidan sus socios.

Es precisamente esta capacidad de reacción lo que quieren evitar los líderes de CDC al dejar escaso margen de tiempo entre uno y otro congreso. "No importa, convocaremos el nuestro en enero", apuntó un dirigente de Unió.

Pero es el partido de Pujol el que se juega todas las cartas en una sola partida. En palabras de un destacado miembro del partido: "En este congreso nos jugamos el albacea, el heredero y los legatarios".

No se esperan grandes cambios ideológicos ni programáticos, ya quedaron fijados en el congreso de 1996. El congreso girará en torno a la organización interna del partido y la relación con Unió.

Por este motivo, se han reducido al máximo las ponencias. Serán cuatro: país, personas, municipalismo y estrategia política.

El congreso también deberá modificar la composición de los órganos de dirección, por lo que cada sector va tomando sus posiciones. No obstante, el congreso lo decidirán los barones territoriales, es decir, los presidentes de federación que controlan al máximo cada población y comarca, donde deben elegirse los compromisarios.

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Con toda probabilidad, Macìà Alavedra saldrá del núcleo duro de Convergència, el denominado secretariado permanente. El consejero de Medio Ambiente y ex secretario de organización, Felip Puig, presentará batalla para permanecer en este sanedrín. El consejero de Economía, Artur Mas, ya tiene el puesto asegurado. El sector más soberanista del partido apuesta por catapultarlo hacia el liderazgo.

El secretario general, Pere Esteve, se presentará a la reelección. Aunque no se prevé un significativo voto de castigo, algunos miembros de Convergència pronostican que tendrá al menos el 20% de votos en contra. O sea, nadie le disputará el puesto, pero los delegados acotarán su terreno.

Luis Magan

Vía crucis nacionalista en el Congreso

Los dos días del debate de investidura han sido un calvario para los nacionalistas catalanes y para el recién estrenado portavoz, Xavier Trias. Los líderes de Convergència i Unió (CiU) habían condicionado su voto al contenido del discurso de José María Aznar. Por ello, Trias no podía anunciar el sí en su primera intervención tal como había pedido el secretario general del PP, Javier Arenas, al líder de Unió Democràtica, Josep Antoni Duran Lleida. La indefinición de Trias irritó sobremanera a Aznar, que en su respuesta no sólo evitó hacer concesiones a los nacionalistas, sino que se permitió lanzar una auténtica andanada contra el Grupo Catalán. "La inexperiencia tiene un precio, había que hablar con Rato, pero tenía un mal día", precisó un miembro del grupo.El tono del discurso del presidente del Gobierno terminó por convencer a los diputados, al menos a los convergentes, de que si el debate había significado un calvario, la legislatura sería un vía crucis, y que el rodillo de los conservadores haría su aparición tarde o temprano.

"Ya ves cómo estamos en el Parlament". Así de claro se manifestaba ayer un alto dirigente de Convergència i Unió para justificar el voto favorable de la coalición a la investidura de Aznar, porque a falta de otras alianzas políticas aún por explorar, los nacionalistas dependen exclusivamente del Partido Popular en la Cámara catalana para sacar adelante sus iniciativas parlamentarias y poner freno al constante acoso de la oposición. En cambio, en Madrid nadie les necesita.

Así las cosas, el sí a Aznar ha supuesto un jarro de agua fría, una ducha escocesa en la que CiU ha tomado conciencia de su minoría en el Parlament y la holgada mayoría que el PP dispone en el Congreso. Una mayoría que echa por tierra la estrategia que los nacionalistas habían diseñado para toda la legislatura.

Tras el debate de investidura, los diputados de CiU no escondían su estado de ánimo. "Es la misma sensación que tuvimos en la noche de las elecciones generales cuando vimos parpadear el 183 en la pantalla de televisión", se lamentó el pasado miércoles un parlamentario. En ese momento, Xavier Trias cerraba el paso a un pacto de legislatura y apostaba por acuerdos concretos. Él mismo otorgó la nota a la intervención del presidente: "Un 5 justo y a la repesca".

En cambio, los democristianos se mantenían firmes en otorgar plena credibilidad a la oferta de diálogo lanzada por Aznar y apostaban por buscar otras caminos de colaboración.

Mal presagio. Al menos para algunos dirigentes de Convergència, quienes auguran que las tensiones precongresuales entre ambos partidos tendrán su traducción en el seno del grupo parlamentario.

Los diputados convergentes no creen que la mayoría absoluta del PP se traduzca en un ataque frontal contra el nacionalismo catalán o contra los intereses de CiU, sino que la táctica tendrá visos de lluvia fina, de gota malaya. "Los del PP tienen un plan", apunta un dirigente de CDC. "Nos la intentarán meter por la escuadra, en las disposiciones finales de las leyes, y poco a poco mermarán nuestras competencias", añade otro. Algunos posibles ejemplos: liberalización de horarios comerciales o el Tribunal de la Competencia catalán. En cambio, CiU se muestra optimista respecto a pactar con el Partido Popular el futuro Decreto de Humanidades.

Pero la legislación más temida por los nacionalistas es la Ley General de Estabilidad Presupuestaria, que puede convertirse, a su juicio, en una LOAPA financiera. En su intervención, Aznar ya alertó de que las autonomías deben incrementar su corresponsabilidad fiscal y ayudar a reducir la deuda y el déficit del Estado. "Hay que ser más exigentes en la gestión de los recursos", le espetó Aznar a Trias en referencia al hecho de que Cataluña es la comunidad autónoma más endeudada de España.

El nuevo modelo de financiación no supondrá, a juicio de los nacionalistas, un obstáculo insalvable. El PP está a favor de ceder los impuestos especiales, parte del IVA e incrementar el porcentaje traspasado del IRPF. Pero en materia de autogobierno, los nacionalistas ya pronostican que no habrá avances significativos. Por este motivo, algunos miembros de Convergència bombardean a la dirección del partido con el mensaje de un enroque nacionalista en el Parlament.

"Después de la investidura se ha hecho más patente que aquí debemos pactar con Esquerra y buscar el apoyo de los socialistas en otros asuntos, no sólo en los de carácter nacionalista, sino también, por ejemplo, en la aprobación del presupuesto", afirmó ayer un parlamentario de CDC.

De momento, la investidura ha tenido sus consecuencias entre los firmantes de la Declaración de Barcelona. "Tal como están el PNV y el PP, nosotros no nos meteremos en medio", subraya un alto dirigente de CiU.

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