Alberto Fernández exige a Pujol que concrete fórmulas de colaboración con el PP catalán

No habían pasado más de tres horas desde que CiU hubiera votado en Madrid la investidura de José María Aznar cuando el presidente del PP de Cataluña, Alberto Fernández Díaz, ya exigía en el Parlament a Jordi Pujol que concrete las vías de colaboración entre ambas fuerzas en Cataluña. Fue en el turno de preguntas al presidente de la Generalitat. Pujol le contestó, escueto, frío, que aplicará el programa de CiU. La réplica de Fernández fue recitarle el programa del PP. Y entonces Pujol afirmó: "Si su programa no coincide con el nuestro, no nos pondremos de acuerdo y pasará lo que tenga de que pasar. Estamos dispuestos a asumir que no prospere el presupuesto de la Generalitat".

Pero no llegará la sangre al río. Hoy se reúne de nuevo la comisión del PP y el Gobierno catalán para estudiar el proyecto de presupuesto. Y la sesión parlamentaria de ayer ofreció una vez más ejemplos claros de que el bloque CiU-PP funciona cada vez que la izquierda aprieta. Como en el caso de la eutanasia o la propuesta de crear una comisión de investigación sobre las concesiones del juego en Cataluña.En respuesta a Rafael Ribó, de Iniciativa-Verds, Pujol fue muy explícito al describir la relación de la coalición nacionalista y de su Gobierno con el PP. "No tengo ningún inconvceniente en admitir que la situación no es nada fácil", dijo. Explicó las razones del voto positivo de CiU a la investidura de Aznar: "No sé, francamente, si vamos a obtener algo . De una actitud contraria no sacaríamos nada. Eso es seguro. Y de una actitud positiva, no lo sé".

Ribó hizo la interpretación que Pujol se negó a exponer. Afirmó que el Gobierno de CiU depende del PP para la aprobación del presupuesto para este año y aseguró que Pujol no tiene estrategia alguna ante la desaparición de la situación de apoyos mutuos imprescindibles entre CiU y PP rota por la mayoría absoluta de Aznar. "Lo que usted define como gobernabilidad no es en su caso más de continuidad de Jordi Pujol, no se sabe ya para qué. Para mantenerse y nada más", dijo.

Pujol vino a darle la razón, indirectamente. Como Ribó, al igual que los socialistas y Esquerra Republicana, critican a CiU por haber votado a Aznar a cambio de nada, Pujol reiteró una metáfora que ha expuesto en las últimas semanas: "Se lleva un ramo de flores y no se acepta propina. Y no nos la han dado." Finalizó resumiendo así su política: "Hay más días que longanizas y ya se verá".

El líder de la oposición socialista, Pasqual Maragall, y el de ERC, Josep Lluís Carod, apretaron las clavijas a Pujol en dos aspectos particularmente dolorosos para el presidente del Gobierno catalán. Maragall le requirió que explicara cómo piensa hacer frente a la creciente pujanza de Madrid como centro económico en detrimento de Barcelona. La respuesta fue que continuando con los proyectos en curso: aeropuerto, tren de alta velocidad, Feria de Barcelona, etcétera. Carod le afeó que apoye al partido que impulsa, a través de Vidal-Quadras, campañas contra su política lingüística en favor del catalán.