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Tribuna:Circuito científico
Tribuna
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Divulgar la ciencia y la tecnología

El Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica 2000-2003 tiene como una de sus premisas fundamentales la necesidad de hacer más fluida e intensa la relación entre el ámbito científico y tecnológico y el conjunto de la sociedad española. Con estas palabras arranca un documento en el que se diseña, en el marco del nuevo plan nacional, una acción estratégica titulada Divulgación de la ciencia y la tecnología, cuya finalidad es el fomento de las actividades de difusión cultural de la ciencia y la tecnología implicando decididamente a los centros de investigación y a los propios investigadores.El hecho de que el plan nacional incluya entre sus objetivos la transmisión de los avances científicos y tecnológicos al gran público supone una iniciativa de considerable importancia. En efecto, nuestra sociedad (educadores, políticos, empresarios, comunicadores y público en general) vive de espaldas al mundo de la ciencia y la tecnología. Y ello no sólo porque haya sido insuficiente el esfuerzo llevado a cabo en I+D, sino, también, porque aún el gran público no percibe el papel decisivo que la ciencia y la tecnología desempeñan en la solución de nuestros problemas.

Por otra parte, la sociedad no reconoce los valores culturales de la ciencia. Para la mayoría de los ciudadanos, ciencia y cultura son términos que se contradicen y excluyen mutuamente. Nuestra incultura no es fruto únicamente de la ruptura del saber unitario que se produce en toda Europa con la primera revolución científica ni de la tradicional falta de apoyo e interés de quienes deberían haber impulsado la investigación dentro de nuestras fronteras. También habría que buscar profundas raíces en la actitud de muchos científicos que, subidos en sus torres de marfil, han realizado su trabajo en guetos, a espaldas de la sociedad y con una manera de entender su labor más propia de la mística pitagórica que de una visión moderna y social de la investigación.

En 1959, el científico y escritor Charles Percy Snow publicó el texto de la Conferencia Rede que pronunció en Cambridge bajo el título The two cultures (Las dos culturas) y que se ha convertido en referente obligado cuando se habla de este tema. En un pasaje, Snow describe con ironía a sus contertulios, los "intelectuales literarios", que "cuando oyen hablar de científicos que no han leído nunca una obra importante de la literatura inglesa sueltan una risita entre burlona y compasiva". Y añade: "Una o dos veces... he preguntado a la concurrencia cuántos de ellos eran capaces de enunciar el segundo principio de la termodinámica. La respuesta fue glacial; fue también negativa. Y, sin embargo, lo que les preguntaba es más o menos el equivalente científico de ¿ha leído usted alguna obra de Shakespeare?".

El problema de no aceptar la dimensión cultural de la ciencia y de limitar la noción de cultura para identificarla exclusivamente con los conocimientos de carácter humanístico, literario o artístico estriba en que, además de llevar a una grave ignorancia a la población sobre lo que los científicos se traen entre manos y de consolidar una sociedad colonizada a través de la tecnología y la innovación, genera una incapacidad para interpretar desde la ideología las profundas transformaciones sociales que produce la tecnociencia. Los humanistas piensan que la ciencia y la tecnología no ayudan a que el hombre se explique mejor a sí mismo. Pero sin la ciencia ese mismo hombre seguiría pensando que vive en el centro del universo y carecería de las herramientas para entender su evolución.

No entender la ciencia incapacita además para entender el mundo en el que nos ha tocado vivir. La Enciclopedia recopiló y puso al alcance de la burguesía todo el saber de su época. Fue una iniciativa cultural llena de contenido ideológico. Ahora se trata de encontrar y desarrollar cauces eficaces para ilustrar al gran público en el saber científico y técnico. Snow, en un nuevo enfoque del citado texto y publicado cuatro años más tarde, observa el despertar de una tercera cultura. John Brockman utiliza este término (The third culture, 1995) en un libro en el que reúne a un elenco de nuevos intelectuales, científicos y humanistas capaces de entenderse entre sí. Esta tercera cultura que parece emerger no debe quedar reducida, no obstante, a una élite de pensadores y hombres cultos. El gran desafío es extender esta nueva cultura integradora. Y conseguir que la gente corriente, lejos de mantener un temor reverencial a la ciencia, la sepa comprender, valorar y utilizar.

Luis A. Martínez Sáez es jefe del gabinete y responsable de la comunicación y divulgación del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC).

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