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Renault y Volvo se alían para crear el segundo fabricante mundial de camiones

El grupo francés Renault y el sueco Volvo sellaron ayer la alianza que les permitirá convertirse en el segundo constructor mundial de camiones, detrás de Mercedes Benz, y disponer de la cuarta parte de los mercados europeo y estadounidense. Los franceses cederán enteramente su división de vehículos pesados a Volvo a cambio de hacerse con el 15% del capital de la compañía sueca. A esa participación, valorada en 1.700 millones de euros, Renault sumará próximamente un 5% del capital de Volvo, que adquirirá en los mercados a un precio estimado en 500 millones de euros.

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El 20% de las acciones y de los derechos de voto otorgará finalmente a Renault el ansiado título de primer propietario de la compañía sueca, 10 años después de su frustrado intento de fusión. De acuerdo con el proyecto presentado ayer conjuntamente en París y Oslo, la suma resultante es una capacidad de fabricación anual de 150.293 camiones de más de 16 toneladas, una cifra de negocios de 15.000 millones de euros (2,5 billones de pesetas), y el 25,8% y el 23,8% de los mercados europeo y estadounidense, respectivamente.Los presidentes de ambas compañías, Louis Schwitzer (Renault) y Leif Johansson (Volvo), se apresuraron a asegurar ayer que la alianza respetará los estatutos de unos y otros y que no habrá reestructuraciones -incluida la plantilla y sus salarios- derivadas de esta iniciativa. La empresa resultante de la alianza contará con una plantilla de 76.500 personas.

En España, el trato tampoco afectará a la estructura de la división de vehículos pesados de Renault, al menos "a corto plazo", según informaron los responsables de la filial del grupo francés, que el año pasado incrementó sus beneficios brutos un 41,9% hasta los 6.592 millones de pesetas. Su fábrica en Madrid, sin embargo, ha llevado a cabo una reducción de plantilla en el último año y, en la actualidad, cuenta con 948 trabajadores, 84 menos.

Plazo hasta fin de año

La alianza entre Renault y Volvo deberá materializarse antes de fin de año, siempre, claro está, que las autoridades comunitarias y estadounidenses de la competencia le den, previamente, el visto bueno. Renault prosigue así su vertiginosa escalada de adquisiciones, a despecho de los recelos que todavía suscita en determinados círculos el hecho de que el Estado francés disponga todavía del 44,2% de los títulos de la compañía, privatizada en 1996. El audaz comportamiento del grupo francés invita más bien a pensar en las ventajas que supone el disponer de un accionariado estable y comprometido que facilita la toma de decisiones.

La alianza se traduce en ventajas para ambos. A Renault le permite desentenderse en el plano industrial del sector de los camiones, terreno en el que Volvo extrae una rentabilidad muy superior, para centrarse en los automóviles, donde sus apetitos expansionistas distan mucho de haberse saciado. Muy debilitada tras la cesión a Ford, hace un año, de su actividad en el automóvil, y el veto puesto por Bruselas a su intento de compra de Scania, la compañía sueca encuentra en la alianza una manera de reforzar su capital sin perder ni la identidad, ni sus estructuras. La división de vehículos pesados Renault VI, que supone el 17% del grupo francés, aportará a Volvo la capacidad para fabricar anualmente 70.000 camiones de más de 16 toneladas y una cifra de negocios de 6.510 millones de euros (1,1 billones de pesetas).

Los mercados bursátiles saludaron calurosamente la alianza. Las acciones de Renault subieron en un 6,01% hasta los 49 euros (8.153 pesetas), mientras las de Volvo ganaron un 6,37% hasta 26 euros (4.376 pesetas).

La alianza franco-sueca para la construcción y venta de camiones confirma espectacularmente la nueva estrategia ofensiva de Renault iniciada el pasado año con la irrupción en la compañía japonesa Nissan. El objetivo del grupo francés es multiplicar por cinco sus ventas en Japón en cinco años.

Con un pie en Corea

El anuncio de la operación con Volvo se produjo ayer pocas horas después de que el grupo francés removiera en Seúl (Corea) los últimos obstáculos que le impedían hacerse con la propiedad del constructor Samsung Motors. Tras meses de negociaciones difíciles, los acreedores de la compañía coreana aceptaron resignarse a no cobrar la gran parte de la cuantiosa deuda acumulada, unos 3.800 millones de dólares (684.000 millones de pesetas), y a conservar el 10% de sus títulos. El reparto da a Renault el 70% de la propiedad de Samsung y una opción de compra, a ejercer antes de 2005, sobre la participación de los acreedores. El precio a pagar se aproxima a los 600 millones de euros (99.831 millones de pesetas).

Aunque Samsung Motors es el tercero de los constructores coreanos y sólo cuenta con el 3% del mercado local, su adquisición convierte a Renault en el primer fabricante extranjero que se instala industrialmente en ese país, uno de los mercados más cerrados del mundo.

La idea del grupo francés es relanzar la fabricación del modelo de media gama SM5, duro competidor para Hyundai, y alcanzar rápidamente el 10% o el 15% del mercado surcoreano. Las sinergias industriales existentes entre Nissan y Samsung alientan igualmente el optimismo oficial. Toda apunta a que la fábrica de Pusan, actualmente a medio gas, va a recuperar buena parte de su capacidad de producción de 240.000 unidades anuales. Es la garantía de poder conservar el puesto de trabajo con que cuentan los 2.000 trabajadores del más joven de los fabricantes de automóviles coreanos.

Dado el alcance de la actual ofensiva estratégica, un problema para Renault, y no el menor de todos, es cómo conjugar eficazmente todos esos proyectos sin que el resultado debilite el imperio industrial que construye el grupo francés.

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