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200 chabolas persisten en Alicante diez años después del plan municipal de realojos

La Plataforma contra la Pobreza, la Exclusión y la Desigualdad Social, integrada por varios colectivos, entidades y partidos políticos de Alicante, estima en 200 la cifra aproximada de familias que todavía subsisten en infraviviendas en el municipio. La concejal de Asuntos Sociales, Asunción Sánchez Zaplana, del PP, llevará a pleno el diagnóstico social de las 100 familias que cumplen los requisitos para ser incluidas en el plan municipal de realojo, junto a unas propuestas de actuación. De 1995 a marzo de 2000, 105 familias han sido realojadas en viviendas verticales.

Hay otras familias que no están preparadas para ello, y su destino provisional serán las viviendas modulares. 17 de ellas se levantarán en breve en el Vial de los Cipreses. En Montoto, uno de los focos históricos de vivienda precaria en Alicante, viven todavía 31 familias (14 han sido realojadas desde 1995) y sólo 10 de ellas están preparadas para meterse en un piso. Es este un núcleo de casas prefabricadas concebidas, al igual que las modulares, como viviendas-puente entre la chabola y el piso. Se construyeron como solución provisional hace 20 años.En los archivos de la Concejalía de Acción Social del Ayuntamiento de Alicante, el núcleo de chabolas Los Polvorines figura en el apartado de los éxitos de su Plan Municipal de Realojo y Erradicación de la Vivienda Precaria, que comenzó a funcionar en 1991. Es uno de los cuatro asentamientos clausurados desde 1995, junto con Travesía del Canal 35, Cabrera Vicario y el Camino de las Parras.

Incumplimientos

¿Cómo se explica entonces que aún esté habitado? Según la concejal de Acción Social, Asunción Sánchez Zaplana, algunas familias vuelven a poblados ya erradicados por cualquier circunstancia, una situación temporal o una riña familiar. Pero los últimos habitantes de Los Polvorines no están de paso. Acción Social estudia concederles un apoyo económico para el alquiler de una vivienda. Situaciones como ésta indican que erradicar el chabolismo no es tarea de dos días.

El incumplimiento de los plazos es una de las principales quejas de los ciudadanos que residen en viviendas precarias. Si todo funciona de acuerdo con el convenio firmado entre el Ayuntamiento de Alicante y Cáritas, propietaria del edificio conocido como Casalarga, este inmueble vetusto y degradado desaparecerá a finales de año. Las 24 familias que todavía viven allí no las tienen todas consigo. Fefa y Juan, jornaleros que se levantan todos los días a las cuatro de la mañana para mantenerse ellos y sus cuatro hijos, tienen una casa que da gusto verla. Pero esa casa está en un edificio de paredes agrietadas, cada vez más inseguro. Viven en Casalarga, un nombre que enunciado en un taxi se convierte en garantía de que tendrás que volver andando a casa. Un sitio por el que no pasa el camión del butano. Todo lo más, la Policía si tiene un rastro que husmear.

"Sólo pido al Ayuntamiento que cuando diga una fecha, la cumpla, porque si no se nos cae el alma al suelo", dice Fefa. Denuncia que las autoridades prometen pero no cumplen, que les entregan una vivienda de cualquier manera y que fomentan las riñas entre vecinos con tratamientos desiguales.

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Sánchez Zaplana insiste en el carácter individualizado y la dimensión social de las intervenciones. "No se trata de dar un piso y ya está. Los plazos están condicionados por la oferta del mercado. Hay familias con ancianos o niños pequeños que quieren primero pisos o plantas bajas, y hay que esperar a encontrar el adecuado", explica. Respecto al estado de las viviendas, asegura que "todos los pisos se entregan en perfectas condiciones de habitabilidad, y si hay defectos, se reparan".

Poco dinero

El presupuesto destinado al plan de erradicación del chabolismo fue de 100 millones en 1999. Juan David Santiago y Manuel Ruiz Samper, integrantes de la Plataforma contra la Pobreza, Exclusión y Desigualdad Social, consideran que 1.000 millones bastarían para acabar con las viviendas precarias. "Es una cantidad modesta si la comparamos con los 48.000 millones que costará la Ciudad de la Luz o los 5.000 del Palacio de Congresos", señalan. Desde el Ayuntamiento se insiste en que es una cuestión de tiempo y que la solución pasa por los criterios del plan de realojo.

La tía Dolores y su familia duermen cada noche con el temor de que el techo se desplome encima de sus cabezas. Son los últimos habitantes del asentamiento que en Alicante se conoce como Los Polvorines o Los Refugios. Se llame como se llame, la tía Dolores y los suyos malviven en unas cuevas a espaldas del cuartel de Rabasa que antiguamente tuvieron un uso militar. Duermen bajo una bóveda agrietada por muchos sitios y remendada por muchos otros con un poco de yeso.

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