Fue Tolkien

Lo peor, teniendo en cuenta que lo de la madrugá se limitó a un susto mayúsculo y contusiones leves, está por venir. Enzarzados como están los responsables de las fuerzas de seguridad en tirarse los trastos a la cabeza -unos se reprochan la incompetencia y otros la bisoñez-, lo peor será el juego de conjeturas y cábalas que desfilará por las calles. Un ejercicio abonado por las contradictorias versiones oficiales sobre lo ocurrido y por algunas frivolidades periodísticas, del tipo de "cuando nadie conoció a nadie", "todos fuimos nadie" y "nadie contra nadie".Muchos dedos apuntan hacia el novelista Juan Bonilla, culpable de haber escrito una novela cuyo escenario se ubica en la Semana Santa sevillana. Otros prefieren mirar hacia el cineasta Mateo Gil, culpable de haber llevado la ficción novelada por el anterior a la pantalla grande. Paz Vega y Eduardo Noriega tampoco se librarán del todo: son culpables de haber aceptado los papeles de la historia sobre un juego de rol un pelín macabro. Incluso algunos sugieren que en el trasfondo de la madrugada había un ejemplar de El Señor de los Anillos, lo que invitaría a pensar que, a la chita callando, Tolkien algo tuvo que barruntar cuando escribió la trilogía. En caso de duda, Tolkien también es sospechoso.
Buscar culpables en la ficción es fácil y peligroso. Un cofrade importante ya ha dicho que Nadie conoce a nadie, la película inspirada en la novela de Bonilla, no debería haberse proyectado en Sevilla. Tiene más razón que un santo. Las autoridades tardan en caer en estas cosas. Lo mejor será que, a partir de ahora, lo tengan en cuenta.
Podrían empezar por crear unidades especializadas -la brigada anti imaginación, por poner- en rastrear librerías, videoclubes y cines para decomisar cualquier obra que aventure desastres varios. Probablemente, no se evitarán los varios desastres, pero algunas mentes que creen que la ficción inspira la realidad, dormirían más tranquilas. Deben ser de los que piensan que si en los cines americanos se hubiera censurado Henry, retrato de un asesino, las estadísticas de criminalidad estarían por los suelos a estas alturas. Si en Andalucía no se hubiera proyectado Solas, ahora no existirían mujeres solitarias incapaces de comunicarse. Y si Juan Eslava Galán no hubiera escrito Señorita, no habría habido guerra civil. Lo de la madrugá fue obra de Tolkien. Fijo.
TEREIXA CONSTENLA
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