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FÚTBOL 34ª jornada de Liga

Munitis lanza al Racing

El Madrid sucumbe ante la habilidad del delantero cántabro y su propio cansancio

Santiago Segurola

Encabezado por un maravilloso Munitis, el Racing volvió a hacer uno de sus trabajos habituales en Chamartín, donde se mueve con una facilidad escandalosa. Hace tiempo que le tomó la medida al Madrid y cada año ofrece un recital. Lo de Munitis fue más impresionante todavía. Pocas veces, un jugador ha causado tantas dificultades al Madrid como este jugador de regate indescifrable. Pero no sólo asombró su habilidad. Su voluntad de victoria fue decisiva para conducir al Racing a una victoria que mereció de punta a cabo.La hinchada, tan crítica con su equipo durante toda la temporada, recibió al Madrid con afecto. Venía de conseguir una memorable victoria en Manchester, y no era cuestión de discutir el juego que se ha visto en la Liga. Con el aprecio de la afición y con un estado general de optimismo, el Madrid se encontró repentinamente ante la realidad de un partido que se le complicó desde el principio. Como suele suceder con el Racing, por otra parte. Pocos equipos se mueven con mayor comodidad en Chamartín, o eso dice la historia más reciente. Y a esa cuestión estadística hay que añadir la eficacia del Racing fuera del Bernabéu. Parece mentira que se encuentre en una situación apurada después de siete victorias en el campeonato, cifra que sólo está reservada a los que protagonizan la pelea por el título.

REAL MADRID 2RACING 4

Real Madrid: Casillas; Michel Salgado (Geremi, m.25), Iván Campo, Karanka (Baljic, m.56), Roberto Carlos; McManaman, Helguera, Redondo, Savio (Anelka, m.46); Raúl y Morientes.Racing: Lemmens; Tais, Mellberg, Arzeno, Sietes; Manjarín (Txema, m.77), Espina, Colsa, Vivar Dorado (Shustikov, m. 71), Munitis ; y Salva (Bestchasnykh, m. 85). Goles: 1-0. M. 26. Roberto Carlos marca con la derecha desde el borde del área. 1-1. M. 28. Manjarín remata a la primera un centro atrás de Munitis. 1-2. M. 41. Vivar Dorado. 1-3. M.55. Salva remata tras una gran jugada de Muntis. 2-3. M. 57. Anelka centra, remata Morientes, tapa el portero y McManaman marca. 2-4. M. 74. Salva, de penalti. Árbitro: Carmona Méndez. Amonestó a Manjarín, Karanka, Helguera y Geremi. Unos 50.000 espectadores en el Bernabéu.

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Ni tan siquiera se fortaleció el Madrid con el gol de Roberto Carlos, autor de una jugada de primera y de un tiro mediocre con la derecha. Pero Lemmens se comió el remate y la pelota entró junto al palo. Era más de lo que merecía el Madrid, pero el gol se interpretó como el colchón que necesitaba para tramitar un encuentro muy difícil. No fue así porque Munitis dio vuelta a la defensa madridista en la siguiente jugada. Apareció como un cohete por la derecha y pasó hacia atrás desde la línea de fondo. El balón cruzó toda la línea defensiva y llegó hasta Manjarín, que remató instantáneamente. Esta vez, Casillas no pudo desviar el tiro. No le faltaron ocasiones para demostrar su categoría frente a los delanteros del Rácing, pero el héroe de la noche fue Munitis, colosal durante todo el partido.

Munitis destrozó al Madrid. Tuvo el acompañamiento de un equipo que se movió con criterio y agilidad. Sin embargo, Munitis puso muchísimos cuerpos entre él y todos los demás, compañeros o rivales. Pequeño y fuerte, con unas piernas extraordinariamente poderosas, con su bajo centro de gravedad que le permite acelerar y frenar de manera instantánea, Munitis dio un curso maravilloso en Chamartín. Si encontró ayuda en el pésimo marcaje que recibió, eso no desmerece una actuación asombrosa no sólo por la habilidad de este pequeño delantero, sino por su extrema intensidad. Munitis decidió ganar el partido y no paró hasta conseguirlo. Esa cualidad es la que distingue a las figuras. Y Munitis lo es. Si su rechoncha estampa no convoca a la estética, si su recorrido en el fútbol ha sido el del típico meritorio, todo eso poco importa. En Chamartín, ningún jugador ha generado tantos problemas al Madrid como Munitis, imparable en sus regates, febril como una fiera. Magnífico siempre.

Su abrumadora actuación tuvo además el beneficio de la insistencia. Participó en tres de los cuatro goles de su equipo, provocó las amonestaciones a Helguera y Karanka, que debió ser expulsado, y desestabilizó a la defensa madridista en cada una de sus intervenciones, llenas de ingenio y astucia. Munitis encabezó de manera gloriosa la victoria del Racing, que jugó con una decisión que parecía inexplicable a la vista de su posición en la Liga. Pero el fútbol español cada vez admite peor las diferencias de clase. Cualquiera gana a cualquiera, por mucho prestigio que tenga. Es uno de los atractivos de este democrático campeonato.

El Madrid sucumbió al efecto Munitis, al buen juego del Racing y a una fatiga que pesó excesivamente sobre muchos jugadores. El equipo funcionó con poca claridad y sin rapidez. Algunos futbolistas, como Savio, Raúl y Redondo, pagaron el cansancio del partido de Manchester y de una temporada extenuante. Apenas tuvieron presencia en el partido. Otros, como Morientes, andan preocupados por su falta de puntería. Morientes ha entrado en la típica depresión de los goleadores que no golean. Saldrá del agujero, pero por ahora vive los partidos con desesperación. Eso fue el partido de ayer: la diferencia entre la gozosa ebullición de Munitis y la esterilidad de Morientes. Ellos vinieron a significar lo que hicieron los dos equipos.

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