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101 muertos en el incendio del polvorín del aeropuerto de Kinshasa

Al menos 101 personas resultaron muertas en el incendio que el viernes pasado devastó un almacén de armas cerca del aeropuerto de la capital de la República Democrática de Congo (RDC), al este de Kinshasa, según el último informe dado a conocer por una fuente hospitalaria. Según la misma fuente, 218 personas resultaron heridas, 100 de ellas en estado muy grave, al resultar quemadas por las explosiones de obuses y granadas que destruyeron en parte el aeropuerto de Kinshasa. El alcalde de la ciudad, Théophile Mbemba, indicó que los voluntarios de la Cruz Roja congoleña proseguían los trabajos para encontrar otros cadáveres a la vez que afirmó que no se descartaba poder encontrar supervivientes debajo de los escombros.

El incendio, seguido de fuertes explosiones, se desencadenó el pasado viernes en un depósito de municiones en el aeropuerto de Ndjili (este de Kinshasa), lo que provocó el pánico en esa ciudad donde la mayoría de los habitantes pensó que las explosiones se debían a un ataque rebelde.

Oficialmente, las causas del accidente no han sido divulgadas. Pero, según la Agencia Presse Associée (independiente), que citaba a un testigo, el incendio fue provocado por una bomba que cayó al suelo durante el transporte de un cargamento de obuses. El sábado, el ministro de Información, Didier Mumengi, avanzó que "un sabotaje" podría estar en el origen de la explosión. "La hipótesis de un sabotaje y la de un accidente están siendo ambas consideradas por las autoridades", dijo Mumengi.

En las primeras informaciones, la radio estatal dijo que un cortocircuito habría provocado la catástrofe, aunque otras versiones señalaban la posibilidad de que el siniestro se produjera después de que un avión se estrellara contra el almacén. En fuentes diplomáticas tampoco se descartaba que el origen del desastre fuera un sabotaje efectuado por rebeldes infiltrados en la capital. La catástrofe se produjo el mismo día en que debía entrar en vigor un alto el fuego entre las tropas gubernamentales y sus aliados y las fuerzas rebeldes, que cuentan con el apoyo de las vecinas Uganda y Ruanda.

Poco antes de las explosiones ambas partes se habían acusado de violar el compromiso para el cese de las hostilidades, con el que se pretendía poner fin a los combates que mantienen dividido el territorio de la República Democrática de Congo (RDC) desde agosto de 1998.

De confirmarse su origen no intencionado, la catástrofe sería el mayor accidente registrado desde que un avión cayera en 1989 sobre un mercado de la capital congoleña y causara la muerte de 300 personas.

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