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Tribuna:LOS GRUPOS PARLAMENTARIOS
Tribuna
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Por el respeto al pluralismo político

El autor expone las razones por las que cree que el BNG tiene derecho a un grupo parlamentario propio y califica la negativa del PP como el estreno de su 'rodillo'.Incluso antes de la investidura de José María Aznar, el Partido Popular ha decidido estrenar su rodillo en el Congreso contra el Bloque Nacionalista Galego, una formación política que representa legítimamente al 19% del electorado de Galicia y que cuenta con el respaldo de 306.000 votos. Y lo ha hecho al conculcar el derecho del BNG a formar grupo parlamentario propio. ¿Cuál es el trasfondo de esta decisión? ¿Por qué un partido que dispone de 183 escaños en el Congreso siente tamaña aprensión ante la constitución de un grupo parlamentario gallego? ¿Por qué se aplica correctamente el reglamento en un caso, el de Coalición Canaria, y no en el otro, el nuestro? ¿Qué razones han podido pesar en el ánimo de Luisa Fernanda Rudi para que haya empañado su debú como presidenta de la Cámara prestando aval a un acuerdo que todos los juristas independientes coinciden en calificar de aberrante?

Pues bien, el trasfondo es bien sencillo. El PP ha entronizado una jefatura incontestable y vertical, a la que se ha subordinado también el poder legislativo. Y esta jefatura descansa sobre un principio ideológico fundamental: hay que acabar con cualquier rastro de disidencia y, sobre todo, hay que demonizar a los nacionalismos, por representar éstos el derecho del diferente a existir y a no ser asimilado, aplastado. El PP ha edificado su mayoría absoluta sobre el desprecio al nacionalismo y sobre una concepción ideológica contraria al respeto al pluralismo que existe en las distintas sociedades nacionales que cohabitan en el Estado español. El PP tolera mal al nacionalismo y tolera peor al BNG. Y no le ha importado utilizar partidistamente un órgano colegiado, la Mesa del Congreso de los Diputados, para producir un acuerdo que subvierte el espíritu y la letra no sólo del Reglamento de la Cámara, sino también de la propia Constitución.

Me detendré brevemente en este asunto. Según la Constitución española, los diputados no están sujetos a mandato imperativo. Esta no sujeción no responde a ningún capricho. Los constituyentes entendieron que era fundamental proteger al diputado de lo que entendían como omnímodo poder de los partidos políticos. El mandato de los electos es, por tanto, el mandato libre. De acuerdo con el Reglamento, son los diputados, y no las formaciones políticas, los que forman los grupos parlamentarios, y lo hacen precisamente acogiéndose al mandato libre que la Constitución les otorga. No obstante, este mandato no es libérrimo. El Reglamento introduce restricciones a su uso. No todos los diputados pueden libremente constituir grupos. Pero sí los que se ofrecieron al BNG para constituir grupo parlamentario, porque el requisito que impone el Reglamento, que el diputado en cuestión haya sido elegido en una lista que obtuviese cuando menos el 15% del voto, lo cumplen sobradamente. No forzamos, pues, el Reglamento a la hora de constituir nuestro grupo. Nos limitamos a interpretarlo al pie de la letra. No es que debiésemos esperar de la magnanimidad de la Mesa un veredicto favorable; es que nos asistía todo el derecho a hacer lo que hicimos. Creíamos ingenuamente que vivíamos en un Estado de derecho. Creíamos ingenuamente que las reglas del juego eran iguales para todos, y no más iguales para unos que para otros.

La argumentación del PP es, no se me ocurre otra palabra, psicodélica. Aduce que no es posible verificar que los diputados del PNV y CiU que resolvieron colaborar con nosotros, Josu Erkoreka y Jordi Marti Galbis, respectivamente, reúnan el requisito de haber obtenido cuando menos el 15% de los votos. Olvidan, o fingen que olvidan, que en un sistema electoral de listas cerradas y bloqueadas el elector vota a una formación política y, por consiguiente, a todos y cada uno de los integrantes de esa lista. Dicho de otro modo, todos los diputados tienen el mismo número de sufragios que los obtenidos por las organizaciones políticas a través de las cuales concurren al proceso electoral. En este caso, cabe recordar que CiU logró en las circunscripciones catalanas el 29% del voto. El PNV, computando Euskadi y Navarra, obtuvo el 24,18%. Éstos son los porcentajes de voto que avalan a los señores Erkorera y Marti Albis y que los facultan para participar en la constitución de un grupo parlamentario (artículo 23.1 del Reglamento).

Habrá quien diga: si pasamos por esto, la Cámara va a ser ingobernable y habrá barra libre para todos. Al contrario. El Reglamento es suficientemente restrictivo como para evitar el caos. Insisto en que no todos los diputados pueden participar en la constitución de un grupo formado por parlamentarios elegidos en diferentes listas. Porque para ello tienen que haber sido elegidos en listas que hubieran obtenido cuando menos el 15% del voto. El mandato es, por tanto, libre relativamente. Pero sí es suficientemente libre como para que no se pueda limitar el derecho de los señores Erkoreka y Marti Albis a adscribirse al grupo que consideren conveniente. No permitir el ejercicio de ese derecho no sólo es conculcar un mandato constitucional, sino también impedir que la Cámara refleje mejor la pluralidad política y tenga un funcionamiento más dinámico (piénsese que, de formarse el grupo parlamentario gallego, el Grupo Mixto quedaría constituido por sólo cinco diputados, con lo cual su capacidad de iniciativa y de uso de la palabra en los debates sería mucho mayor).

Conste, por último, que si en el BNG hemos dado esta batalla hasta el final ha sido porque no vamos a permitir que se pisoteen los derechos de los 306.000 gallegos y gallegas que nos han prestado su apoyo, un importantísimo sector de la ciudadanía de nuestro país que opina que Galicia debe tener mayor peso político en el Estado.

Que sepa el PP que nadie va a amordazar al BNG. Que conozca también la ciudadanía española que los dardos que hoy vienen contra nosotros cualquier día los dirigirá también el PP contra cualquier persona o cualquier organización politica que no esté dispuesta a acatar sin más las órdenes del jefe.

Francisco Rodríguez Sánchez es diputado del Bloque Nacionalista Galego en el Congreso de los Diputados.

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