_
_
_
_

Lou Reed escapa de sus clásicos en el primer concierto de su gira española El músico, que inició su periplo en Barcelona, actúa hoy en Zaragoza

Dos horas de concierto que hicieron justicia a su cara de malas pulgas. Sólo al final, y con cierta desgana, aparecieron esas canciones que todo el mundo ha tarareado alguna vez sintiéndose en el lado peligroso de la vida. Dos horas de un Lou Reed sólo apto para muy fans fueron las que abrieron la gira europea de este músico que llenó el miércoles el Zeleste de Barcelona. Un Lou Reed nada complaciente logró imponerse en el primer concierto de su gira por España, que seguirá en Zaragoza (hoy), Jerez (Festival Espárrago, 16), Madrid (17) y San Sebastián (18). Que nadie espere las canciones de siempre. Lou viene sosegado.

Lo único previsible en el concierto de Lou Reed fue que buena parte del mismo se centró en Ecstasy, el disco que tocaba promocionar, el que quiere recuperar la imagen que el artista ofreció en su trilogía mágica -New York (1989), Songs For Drella (1990) y Magic and Loss (1992)-. Porque Ecstasy tenía que airearse entre los fans, el concierto comenzó con Paranoia key of E, un aperitivo de lo que después iría desgranándose. Allí, en medio, centrado y con suficiente luz para que se note que aún se le puede desear, Lou Reed se mostraba con la pinta de canalla de sus años más traviesos. Camiseta negra y pantalón de cuero de idéntico color. Tras él, el batería, Tony Thunder Smith; a su derecha, el guitarra, Mike Rathke, y a su izquierda, el bajista, un soberbio Fernando Saunders, que más que ritmos trenzaba melodías.

Poco a poco, la voz iba surgiendo de la pétrea cara de Lou Reed, que apenas forzó un "gracias" para decir que esa noche no estaba más fastidiado que de costumbre y que quizás por ello no iba a tirar por el lado más fácil. El público se dividió rápidamente en dos bandos. De un lado, estaban los que venían dispuestos a disfrutar con aquello que el artista quisiera deparar. Por otro, estaban los que relacionan a Lou Reed con canciones llenas de vicio y ritmo.

Había cruces de miradas literalmente asesinas, choques que parecían significar: "¿Pero, no te he dicho ya más de 100 veces que te calles y me dejes escuchar al monstruo?". A todo esto, el monstruo, a lo suyo y, casi sin considerar a quienes le escuchaban, iba haciendo un concierto que, como alguien dijo, parecía estar tocado sólo para él, para su personal disfrute.

Y, así, fueron sonando canciones como Ecstasy, Rock minuet, Future farmers of America, Turning time around y Modern dance, amplio catálogo de lo que ofrece su último disco.

No había prisa, no sonaban ritmos trotones, no asomaban las concesiones, y Lou Reed hacía lo que resultaba imaginable a estas alturas de su vida: mirarse un ombligo maduro y decir a su público que la virtud reside en lo sencillo, que él ya no es un jovencito para ir correteando por un escenario mientras de su guitarra salen chispas. De vez en cuando, entre el regocijo generalizado, emergía una canción no sólo al alcance de sus ultrafans, caso de Romeo and Juliette, Riptide y Set the twilight reeling, que llenaron la sala de sonrisas, pronto convertidas en rictus circunspectos con Small town, composición de Songs for Drella.

El caso es que así nos paseó Lou Reed su madurez por delante de nuestras narices. Lo hizo de manera tan ostensible que incluso dolió escuchar Vicious y Sweet Jane en los bises.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_