No es un disparate premiar a un payaso gigantesco
El pasado martes 28 de marzo, con motivo de la ceremonia de entrega de los oscars de Hollywood, el artículo Bellezas americanas, firmado por Ángel Fernández-Santos, calificaba de disparate el Oscar al mejor actor ganado por Roberto Benigni el pasado año, calificando su trabajo en La vida es bella de simpática pequeñez frente a los gigantescos trabajos de Ian Mckellen en Dioses y monstruos y Nick Nolte en Aflicción.Cierto es que tanto Ian Mckellen como Nick Nolte están gigantescos en sus interpretaciones, pero considero que hay en la actualidad varios actores norteamericanos e ingleses (Robert de Niro, Jeremy Irons, Anthony Hopkins, etcétera) que sin duda alguna podrían haber desempeñado esos papeles y haber estado "gigantescos"; sin embargo, dudo que haya muchos actores-clowns capaces de enfrentarse al Guido de La vida es bella. Gigantescos actores dramáticos hay muchos, pero buenos cómicos, muy pocos. Como profesional del humor considero que en España los críticos consideran el humor como una segunda división del arte escénico y cinematográfico; sólo se reconoce a los actores cómicos (Alfredo Landa, Tony Leblanc, Jim Carrey, etcétera) cuando se enfrentan a papeles dramáticos; sin embargo, en el Reino Unido, los cómicos están mucho más reputados, tanto o más que los actores dramáticos.
Cuando estudié técnicas de clown en la École Philippe Gaulier y en la Universidad de Middlesex en Londres, los profesores insistían a los alumnos en huir de la frustración, ya que muy pocos actores están capacitados para hacer reír desde el clown.
La actriz británica Emma Thompson, alumna del clown Philippe Gaulier, decía en una entrevista concedida a la revista Vanity Fair: "Laughter is a celebration of our failings. That is what clowns are for. They play with the heart" ("Reír es una celebración de nuestros defectos. Ésa es la misión de los clowns. Ellos actúan con el corazón"). El trabajo del clown no está al alcance de cualquiera y merece tanto respeto como el actor dramático.
Dario Fo afirmaba que su premio Nobel y el Oscar de Benigni eran una "venganza de los payasos y bufones". Nunca se dio un Oscar al mejor actor, a Chaplin, Buster Keaton, Stan Laurel, Groucho Marx y un largo etcétera de brillantes cómicos; ya era hora de que la Academia premiase a lo que para algunos es una "pequeñez simpática".- .
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