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Las resistencias de los piojos a los insecticidas multiplican las epidemias La pediculosis, antes asociada a la suciedad, la sufren hasta el 15% de los niños españoles

Gabriela Cañas

Las escuelas de nuestro mundo occidental entrarán en el siglo XXI conectadas a Internet y, además, infestadas de piojos. La pediculosis, lejos de ser un mal del pasado, es un problema que se ha recrudecido en los últimos 30 años y que este curso es especialmente persistente en España. Los piojos, que no distinguen clases sociales, afectan a millones de niños cada año (de 6 a 12 en Estados Unidos) porque se los transmiten unos a otros en las aulas, dada la escolarización prácticamente universal y porque los parásitos están creando resistencias a los insecticidas utilizados.

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Este recrudecimiento de las epidemias de pediculosis tiene que ver con el descuido y, al mismo tiempo, con el exceso de celo. Descuido porque hoy día los padres apenas vigilan las cabezas de sus hijos en busca de los parásitos, dando por sentada su inexistencia. Exceso de celo porque cuando, con sorpresa, los detectan empiezan a usar indiscriminadamente los insecticidas disponibles en el mercado. En lugar de aplicar un tratamiento sistemático y seguro siguiendo las instrucciones de las autoridades sanitarias (véase el gráfico adjunto) no se cercioran de la erradicación del insecto y abusan de colonias y champús insecticidas, que son los que suelen crear las resistencias.Olivier Chosidow, del Departamento de Medicina Interna y Asistencia Pública de los Hospitales de París, acaba de publicar un artículo en la revista especializada en medicina The Lancet precisamente sobre la pediculosis. Chosidow desaconseja en dicho artículo el uso de los champús por razones obvias: "El tiempo de contacto es corto, la concentración del fármaco es baja y la penetración del insecticida es reducida cuando el piojo está inmerso en el agua; las aplicaciones inadecuadas pueden favorecer la creación de resistencias".

Poca ayuda farmacéutica

María Victoria Civantos, médica y técnica superior de Salud Pública de la Comunidad de Madrid, desaconseja por razones similares las colonias. "Dejas poca cantidad de insecticida en el pelo, de manera que el piojo, lejos de morir, aprende y se hace resistente". Y Civantos añade: "La verdad es que, en este sentido, los farmacéuticos nos ayudan muy poco".

Basados en este crecimiento de las resistencias es por lo que todos los especialistas desaconsejan utilizar cualquier producto de forma puramente preventiva. Lejos de evitar la infestación, la agravan en caso de que los insectos aniden en sus cabezas. Los insecticidas utilizados hoy día no son, además, completamente inocuos. Si bien son menos agresivos que los de antaño, no deben ponerse en contacto con los ojos o las mucosas.

Civantos tiene la sospecha personal -"nada científica", advierte- de que al piojo le gusta la sequía. Y apunta que este año, probablmente por casualidad, hay sequía y más piojos que en los dos años pasados.

No hay, científicamente, sin embargo, ninguna evidencia de que la temperatura afecte a estas epidemias, como señala el pediatra Manuel Tolosa-Latour, si bien este facultativo añade que las epidemias son cíclicas y aparecen habitualmente en otoño y primavera.

Los consultados coinciden en señalar que los productos disponibles en el mercado son caros (no se venden con receta ni están subvencionados) , pero eficaces, aunque Olivier Chosidow advierte de que "algunos investigadores creen que ninguno de ellos es ciento por ciento ovicida". De manera que, al final, el mejor sistema para acabar con ellos es recurrir a las técnicas de toda la vida. Tras el tratamiento con un gel, lo más aconsejable es revisar la cabeza y bien con una lendrera, bien con la mano, cerciorarse de que no queda un solo piojo ni un solo huevo (liendre) en la cabeza de los niños y en la de los adultos que conviven con él.

Porque estos minúsculos y molestos huéspedes son tremendamente viajeros y saltan de una cabeza a otra con gran facilidad, bien directamente, bien a través de utensilios de peinado.

Chosidow advierte de que en ocasiones los piojos están mostrando resistencias incluso a los tratamientos correctamente aplicados, en cuyo caso la única solución es cambiar de producto y volver a empezar todo el tratamiento completo.

Problemas profundos

La pediculosis es un viejo problema humano. Los huevos de piojo más antiguos fueron encontrados en una cueva del desierto de Judea y datan del año 6900-6300 antes de Cristo, según detalla Chosidow en The Lancet, que añade que se halló una liendre adherida al pelo de una mujer embarazada enterrada por las cenizas de Herculano en el año 79 de nuestra era.

Pero la pediculosis, por lo demás, no suele acarrear problemas mayores de salud pública, salvo que se sufra una infección secundaria en la piel irritada por el continuo rascado de cabeza. Porque el picor (prurito) de la pediculosis es el peor y más incómodo efecto de la misma.

El prurito, como explica María Victoria Civantos, no se debe al picotazo del parásito en busca de la sangre, sino al efecto que produce la sustancia anticoagulante que el piojo inocula para después alimentarse.

Diversos estudios han demostrado que entre el 5% y el 15% de los escolares españoles sufren pediculosis. Inspecciones similares hechas en otros países han dado resultados similares, aunque se han hallado a veces prevalencias del 49% (en Burdeos, Francia) o del 25% en Bristol (Reino Unido).

El piojo se asocia a miseria y suciedad y, en puridad, el foco tiene que ver con esas condiciones en las que no sólo habita el piojo común, el de la cabeza, sino el del cuerpo y el del pubis (más conocido como ladilla).

De ahí que las autoridades sanitarias deban en ocasiones intervenir para localizar problemas socio-sanitarios más profundos en niños que sufren de forma permanente la infección. "En ningún caso", advierte Civantos, "hay que excluir o segregar al niño en cuestión".

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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