Aznar defiende en Bratislava el ingreso de Eslovaquia en la UE

José María Aznar, en su último viaje como presidente del Gobierno en funciones, se desplazó ayer a Eslovaquia, escindida de la República Checa en 1993, para abogar por las reformas liberales que faciliten su ingreso en la Unión Europea al tiempo que lo hagan los tres candidatos que ya forman parte de la Alianza Atlántica: Polonia, Hungría y la propia República Checa. Con su breve visita de 24 horas, Aznar cumple además un compromiso con el primer ministro eslovaco, Mikulas Dzurinda.

José María Aznar ha viajado a Bratislava acompañado por una delegación de empresarios, encabezada por el vicepresidente de la patronal CEOE, Antonio Masa, que explorará las oportunidades que ofrece el proceso de privatizaciones del Gobierno de Mikulas Dzurinda, fundamentalmente en servicios públicos como el agua, el gas, el teléfono o la electricidad, mientras que también hay constructoras interesadas en las obras del metro de la capital eslovaca. En la actualidad, las inversiones españolas son casi inexistentes, al margen la presencia gallega en el sector de las máquinas tragaperras.El presidente en funciones llegó a media tarde y fue recibido por Dzurinda, con quien se reunió en la sede oficial de su Ejecutivo. Luego, se entrevistó con el presidente del Parlamento, Jozes Migas, y ofreció una recepción a la colonia española antes de acudir a la cena oficial que le ofreció el primer ministro.

En unas declaraciones a un diario local, Aznar aseguró que Eslovaquia se convertirá en miembro de la UE "mucho antes" de 2010. Para esa fecha, en su opinión, Europa debe ser capaz de competir con pleno empleo y una moneda fuerte en un marco macroeconómico estable. "Necesitamos una Europa en la que haya sitio para la solidaridad política y económica; que sea un verdadero espacio de libertad, justicia y seguridad; que tenga sus propias capacidades de defensa y que modernice su sistema de ayuda social", dijo.

Atravesada por el Danubio, Bratislava fue desde el siglo XVI, tras la invasión de Hungría, la capital turca y sede de la Dieta hasta 1848. En 1918, con el fin del imperio austrohúngaro, fue atribuida al nuevo Estado checoslovaco, que se escindió pacíficamente en 1993. La minoría húngara es hoy el 11% de de la población.

Eslovaquia ha permanecido aislada hasta la victoria electoral, en 1998, de Dzurinda -éste ha visto evaporarse en el último año el apoyo popular a la coalición de cinco partidos que preside, lo que le ha obligado a unirse a la Unión Demócrata Cristiana, que aspira a ingresar en el Partido Popular Europeo y que dirige su principal rival, Jan Carnogursky, ministro de Justicia- por el boicoteo occidental al ex primer ministro Vladimir Meciar, un nacionalista autoritario y populista, que gobernó el país desde su independencia.

La opción de Eslovaquia a entrar en la UE fue aceptada en 1999, en la cumbre de Helsinki, que estableció la fórmula regata: se ingresará en función de los méritos de cada país y no por formar parte de un grupo previamente seleccionado. Con 5,4 millones de habitantes y una economía en la que el sector agrícola ocupa a menos del 5% de la población, Eslovaquia no plantea graves problemas para España.