Alquilar la universidad
La universidad pública se nos muere. El 9 de marzo lo gritamos la mayor parte de los alumnos en la manifestación contra el Informe Bricall. Pero de eso sólo quedó una foto en la primera de EL PAÍS y nada en el resto de los medios. "Hay que ver qué cosas tienen estos chicos; mira que salir a pegarse con la policía. ¡Con lo bien que va España!". Y será verdad, que yo no digo que no, pero es que cada vez es menos nuestra. Del 96 a esta parte tenemos montado un mercadillo curioso. Lo vendemos todo: los teléfonos, la electricidad, el tabaco y, en fin, cualquier ente estatal que pueda dar dinero al avispado de turno con buenos amigos.A tenor de los últimos resultados electorales, parece que los ciudadanos estamos convencidos de que la situación es normal, que se puede privatizar todo, que la venta y el negociete fácil son extensibles ad infinitum. Bueno, a todo no. Siempre nos quedarán los hospitales, las bibliotecas, la universidad... ¿La universidad?
El día 30 de marzo algunos cientos de alumnos de la Facultad de Ciencias de la Información de Madrid no pudimos ir a clase. No fue por un escape de gas, ni por una intoxicación masiva del claustro de profesores. La razón es que una productora alquiló nuestros pasillos y los platós donde realizamos nuestras prácticas para grabar una serie de televisión. En días y horas lectivos. Con la autorización del señor decano. Sin previo aviso. Con incumplimientos de las normas de uso, seguridad e higiene que a los alumnos nos costarían sanciones que supondrían, por ejemplo, la imposibilidad del uso de las instalaciones. Y mientras, los profesores (salvo honrosas y escasas excepciones) callados. Y los estudiantes, en la cafetería. El ordeno y mando en los despachos de arriba y el silencio en las aulas de abajo.-
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