El IVAM revisa la "aplicación práctica del cubismo" mediante la obra gráfica de Laboureur
La obra del francés Jean-Émile Laboureur, considerado como uno de los más grandes grabadores del siglo XX, traza un puente entre el arte de fines del pasado siglo y las primeras vanguardias. En sus pinturas, grabados y libros ilustrados, Laboureur fue evolucionando hacia "la aplicación práctica del cubismo", según señaló Carlos Pérez, comisario de la exposición que ayer se inauguró en el IVAM y que reúne una selección de obras que abarca desde el simbolismo inicial hasta la combinación de formas más modernas impregnadas de un peculiar sentido del humor.
Aunque algunas obras se han exhibido en varias galerías y en el certamen Estampa, Laboureur (Nantes, 1877- Pénestin,1943) no es muy conocido en España, a pesar de su reconocimiento internacional. De hecho, la exposición del IVAM, que se clausura el 25 de junio, es una de las más completas que se han realizado del grabador, que fue animado por Auguste Lepère y Toulousse-Lautrec a estudiar distintas técnicas de este arte en el que, con el paso del tiempo, se ha convertido en uno de sus más relevantes representantes. También fue decisiva en su trayectoria artísta su estancia en EE UU, donde descubrió los movimientos modernos, indicó el director del IVAM, Juan Manuel Bonet.Tras viajar por diferentes países, fija su residencia en París en 1910, prosigue su amistad con artistas como Apollinaire y realiza sus primeros libros ilustrados, evolucionando su estilo a soluciones formales de carácter cubista. Pero estas influencias las plasmó desde "una singular manera de ver el cubismo", como apuntó Carlos Pérez, quien subrayó el importante papel que jugó Laboureur a la hora de sentar las bases de la "figuración de posguerra".
En este sentido, influyó en gran medida sobre los ilustradores de los años veinte y treinta. Él mismo trabajó con escritores como Colette, André Gide y Jean Giraudoux, entre otros. Fue precursor de la denominada línea clara, encarnada por el dibujante Hergé.
"Es un artista secreto, a caballo entre dos siglos, que supo impregnar sus obras de los rasgos distintivos de un estilo refinado y sencillo, del que tampoco está ausente el humor". También Carlos Pérez destacó este aspecto de la obra de Laboureur que se pone de manifiesto en las pinturas, grabados y dibujos que ahora se exhiben en el museo valenciano. Un humor del que hizo gala su hijo y mayor especialista en la obra del grabador, Sylvain Laboureur, quien ayer asistió a la inauguración de la exposición. El autor del catálogo razonado de la obra del artista francés recordó algunos de los avatares personales de su padre que influyen en su obra y explicó el curioso origen de su nombre. Dijo Sylvain Laboureur que hace unos años descubrió que su bisabuelo fue un niño abandonado que acabó recibiendo el nombre del patrón de Madrid, San Isidro Labrador, en correspondencia al día en que fue hallado.
El hijo del grabador y pintor manifestó su satisfacción por el singular y esmerado catálogo publicado por el IVAM, en el que se incluyen diversos textos. La mayoría de las obras de la exposición proceden del Museo de Bellas Artes de Nantes y del archivo del propio artista.
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