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Tribuna:ALARMA EN ÁFRICA
Tribuna
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Hambre y guerra

La directora del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Catherine Bertini, acaba de avisar con absoluta rotundidad y nitidez de que si no hay una rápida reacción y movilización internacional, dentro de unos meses nos encontraremos con el dantesco espectáculo de la muerte por hambre de centenares de miles o millones de personas que viven en Etiopía y otros países del Cuerno de África, donde hay unos 15 millones de personas en situación crítica. Aunque los medios de comunicación han alertado ahora del problema, los avisos vienen ya de lejos, y es una muestra de la poca capacidad que hay a nivel internacional para actuar sobre situaciones detectadas y previstas por los organismos correspondientes.La primera reflexión sobre lo que está sucediendo es de tipo ecológico. Como han señalado investigadores de Greenpeace, la sequía de Etiopía está relacionada con las lluvias e inundaciones de Mozambique y la subida de temperatura de las aguas del océano Índico, y todo ello tiene que ver con el cambio climático que afecta al planeta, que augura una multiplicación de este tipo de desastres, especialmente en el continente africano. Lamentablemente, la irresponsabilidad de los países industrializados al no reducir las emisiones contaminantes que contribuyen al calentamiento del planeta está acentuando el surgimiento de fenómenos climatológicos que afectan profundamente a los países más pobres. Es un aviso, pues, de la imperiosa necesidad de que las organizaciones humanitarias junten información y esfuerzos con las organizaciones ecologistas y medioambientales, porque el cambio climático produce desastres, y los desastres provocan desplazamientos, hambre y enfermedades.

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La segunda reflexión es de carácter económico y moral. La FAO y el Unicef han hecho un llamamiento conjunto con la intención de recoger los 190 millones de dólares necesarios para cubrir las necesidades alimentarias de Etiopía en el año 2000. De momento, sólo han recogido la mitad, y no han obtenido ni una sola respuesta positiva sobre los 43 millones de dólares pedidos para atender a Eritrea.

¿Cómo es posible que los Estados del mundo desarrollado no tengan un sistema de previsión presupuestaria que permita en 24 horas atender a estos llamamientos de urgencia de la FAO, el Unicef o el PMA? Y es tanto más incomprensible cuanto que estamos hablando de cifras absolutamente ridículas comparadas con lo que manejan los países ricos. La petición de la FAO y del Unicef es sólo una séptima parte de lo que España gastará este año en investigar en armamentos, y equivale al gasto militar realizado en todo el mundo en sólo dos horas. ¿Tiene sentido? ¿Por qué un país como España no puede tener la humanidad de desprenderse de una cantidad que no llega ni a la milésima parte de su presupuesto consolidado?

La tercera reflexión es de tipo estratégico, y es una importante matización sobre el punto anterior. No basta con el dinero ni con la ayuda humanitaria cuando el contexto es de guerra. En Sudán hay una operación humanitaria que lleva más de diez años en funcionamiento, con más de 1.500 millones de dólares invertidos, que sirve también para alimentar a los soldados que masacran a las poblaciones civiles y que las obligan a desplazarse continuamente y en condiciones cada vez peores. Lo mismo sucede en el Congo, en Etiopía, en Somalia y otros muchos países en conflicto. La ayuda humanitaria, por tanto, debe ir de la mano de una intensísima actividad diplomática que presione a los actores armados para llegar a acuerdos de alto el fuego y al cumplimiento de los acuerdos de paz ya firmados. La actual crisis humanitaria en el Cuerno de África debería servir para que Gobiernos y medios de comunicación dieran una tremenda visibilidad a lo que se hace o no se hace en la ONU, la OUA, la Unión Europea y todas las cancillerías con capacidad de influir, para intentar resolver los conflictos armados de esa zona, porque es ahí, en la consecución de la paz, donde reside la clave esencial para que en el futuro estos países tan castigados puedan afrontar y resolver por sí mismos los desastres climatológicos que hoy día ven multiplicados sus efectos por la existencia de enfrentamientos armados que conducen a la gente a una situación de extrema vulnerabilidad.

Vicenç Fisas es titular de la Cátedra Unesco sobre Paz y Derechos Humanos (UAB).

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