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Bricall se examina en la red

Josep Maria Bricall, el coordinador y responsable del informe Universidad 2000, que analiza la enseñanza superior en España y pone sobre la mesa diferentes propuestas para debate, se ha acostumbrado a mantener la calma ante las suspicacias que ha generado su trabajo, incluso antes de ser conocido. Ayer respondió durante una hora a las preguntas que le hicieron los lectores de El País Digital en la red en un debate que puede ser consultado en www. elpais.es. Parecía cansado, y lo estaba. Por dos razones: la primera por el trajín que le ha supuesto la presentación del informe, la segunda, más prosaica; una gripe le empujaba más a guardar cama que a sentarse frente al ordenador.Un estudiante de Madrid abrió el fuego preguntándole si limitando el número de repeticiones de asignaturas y haciendo más absorbente el estudio universitario no se perjudica a los alumnos que tienen que trabajar. La pregunta iba a marcar una constante en el sentido de obligar a Bricall a rectificar conceptos atribuidos a su informe que no responden a la realidad. "Sobre el límite de repeticiones", contestó Bricall, "creo que se ha divulgado una imagen distinta de la que dice el texto. Se trata de atribuir un número determinado de créditos durante un periodo determinado, más bien amplio, para que el estudiante los utilice en el periodo que crea conveniente. No se habla en absoluto del número de los mismos. Este procedimiento permite, por otra parte, evitar la limitación en el uso de una beca por motivos de insuficiencia académica".

Otro estudiante de Madrid incidía en las interpretaciones sui generis del informe planteando la imposibilidad de financiar las carreras de letras, ya que "ninguna empresa estaría interesada". Y de nuevo, Bricall explicaba: "La financiación de la universidad tal y como se contempla en el informe es algo que corresponde al sector público financiando directamente a la universidad o a los estudiantes. La contribución de las empresas no se considera en el informe como normal en el sistema de financiación".

Otro estudiante madrileño insistía: "¿Qué opina de la próxima movilización de estudiantes en contra de su informe?". "El papel de los que hemos participado en la elaboración del informe se limita a proponer un texto para su discusión y debate", respondía impertérrito Bricall. "¿Qué cree que ha ocurrido para que los estudiantes protestáramos contra un informe que aún no conocíamos?", preguntaba más preciso un estudiante de Barcelona. "Lo desconozco. Debería preguntarse a los interesados", respondía el autor del análisis (versión íntegra en la red, en www.crue.upm.es). "No obstante", añadía, "comprendo que los estudiantes vean con recelo cualquier intento de reformar la universidad. Soy ciudadano de este país y también veo con recelo muchas iniciativas antes de que se plasmen en algo. No obstante, creo que ahora hay una ocasión de debate para hacer posible una decisión racional".

La llegada de personas de "especial cualificación y relieve" a los órganos de gobierno, no elegidos "mediante la decisión de la totalidad de la comunidad universitaria", preocupaba a otro estudiante. "La autonomía universitaria", respondía Bricall, "forma parte de una sociedad que en democracia está representada por sus órganos políticos. La autonomía, por tanto, es funcional a esta sociedad. En Europa ordinariamente se ejerce por órganos elegidos por la comunidad universitaria, tal y como se propone en el informe, y se completa con representantes del resto de la sociedad que en las universidades públicas financian de forma abrumadoramente mayoritaria a las universidades. Esta representación debería garantizar que la universidad cumple las prioridades que le fija la administración pública, precisamente por el carácter público de la institución universitaria. Pero nunca debe interferir la independencia de la universidad por lo que se refiere a la libertad de la investigación y de la difusión del conocimiento",

"¿Qué se entiende por calidad en la enseñanza universitaria?", preguntaba otro estudiante. "La calidad es adaptación a unos objetivos y voluntad de mejorar", contestaba Bricall. "Estos objetivos son distintos en la actual universidad y no es posible reducirlo a un concepto de calidad basado en una idea que actualmente cubre únicamente una parte de la enseñanza superior".

"¿No resulta extravagante", preguntaba un profesor, "que la autonomía universitaria haya dado como resultado que los alumnos puedan obtener la misma licenciatura con una formación extraordinariamente distinta, dependiendo de la universidad en la que se hayan licenciado?". Todo lo contrario, le respondía Bricall. España es uno de los países con planes de estudio más rígidos. "No es grave la diferenciación de currículos universitarios", añadía, "porque la formación universitaria no depende de dosis de materias asimiladas sino de la forma en que se asimilan esas materias".

Un espacio europeo

"¿Qué opina de la noticia sobre la creación de fathom.com, una asociación de la London School of Economics, la British Library y otras entidades con vistas a ofrecer licenciaturas en la red?", le preguntaba Francesc Comellas de la Politécnica de Cataluña.

"Ésta es la gran preocupación de la universidad en toda Europa", respondía Bricall. "Existe ya un espacio europeo de la educación superior y esto se manifiesta en la noticia que usted recuerda", añadía, recordando que el tema de la mesa redonda de la última asamblea de la Conferencia de Rectores de Europa (CRE) fue precisamente el de la universidad en peligro. "Pero se refirió, no tanto a lo que hace la London School, que no representa ningún peligro para la universidad como institución europea, sino lo que ocurre con las llamadas universidades corporativas de las que se habla en el informe".

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