Europa intenta salvar el abismo que separa a África de la globalización
Los ministros de Asuntos Exteriores de los 72 países participantes en la cita euroafricana de El Cairo dieron ayer la última revisión del documento final que será debatido en la cumbre, un amplio catálogo de buenas intenciones y promesas de cooperación y buen gobierno. El ministro egipcio de Asuntos Exteriores, Amr Mussa, sin embargo, apuntó ayer que existen profundas diferencias en la forma de enfocar la solución de unos problemas que cuya existencia nadie niega. En declaraciones a la prensa local, Mussa señaló que esperaba que en los dos días que dure la cumbre se "reduzcan las diferencias que todavía existen entre africanos y europeos sobre los que está cumbre debe producir".La UE, que hace quince días establecía en Lisboa un ambicioso plan para no perder el tren de la nueva economía del siglo XXI basada en el desarrollo de las telecomunicaciones y de las nuevas redes de información, quiere tender puentes que eviten la caída en el abismo de un continente que, siendo rico en recursos naturales, padece como ninguno hambrunas, epidemias y guerras. Los europeos quieren poner el énfasis en el respeto a los derechos humanos, en el buen gobierno y el arraigo de las instituciones demócraticas. Su máxima preocupación sigue siendo la difusión de sida, una auténtica plaga bíblica en el continente africano.
Obsesión con la seguridad
La histórica cumbre que hoy se inaugura entre países ricos y pobres, entre antiguas potencias coloniales y ex territorios dependientes, afronta, además de una agenda tan extensa como los dramáticos problemas que se plantean en África, un serio problema de organización. La llegada de 15 jefes de Estado y de Gobierno de la UE más los 52 de los países africanos, con sus comitivas oficiales y la prensa internacional, ha puesto a prueba la capacidad de organización del Gobierno egipcio. El tráfico incesante, bullicioso y caótico de El Cairo, añadido a la obsesión por la seguridad que rodea al presidente egipcio, Hosni Mubarak, han decidido agrupar a los más de setenta jefes de Estado y de Gobierno de Europa y África en el mismo hotel, situado a escasa distancia del centro internacional de conferencias donde se celebrará la reunión.
La única excepción sería la del presidente de Libia, el coronel Muammar el Gaddafi, quien se asegura que mantendrá su tradición de alojarse en una tienda bereber, lejos de los centros oficiales. La seguridad egipcia ha prohibido -incluso a las delegaciones oficiales- el acceso de teléfonos móviles al centro de conferencias y ha establecido un rígido cordón de seguridad entre los delegados y la prensa.
Además, se impedirá entrar o salir del centro internacional de conferencias mientras esté presente el presidente egipcio. Las precarias instalaciones de comunicaciones del centro de prensa añadían una nota más de incertidumbre sobre el desarrollo de la cumbre y reflejaban las contradicciones de un país como Egipto, a caballo entre riqueza y pobreza, entre la modernidad y el atraso.
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