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PESADILLAS URBANAS

Miedo a la calle

Dicen que por la noche es lo peor. Dicen que por la noche, cuando todo ha pasado, es cuando las cosas le rondan a uno en la cabeza. Y la angustia y el miedo pesan en el pecho. Y cuesta respirar. Y uno se imagina lo que podía haber pasado, el navajazo, el golpe... Entonces, durante varios días se duerme mal. Vas por la calle y te aterra ver a alguien que viene en tu dirección. Comes mal y no quieres volver al trabajo. Vas al cajero y miras a todos lados, por si acaso.Los domingos por la tarde, cuando, desde el despacho de frutos secos donde trabaja, Mari Paz mira las aceras desiertas del paseo de Extremadura, siente todavía el miedo palpitando en la punta de los dedos, aferrado a sus piernas. Como aquella tarde.

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El extraño caso del atracador generoso

Aquella tarde, Mari Paz acababa de abrir.

-Entró un chico alto. No tenía aspecto de drogota. Pero supe que me iba a atracar. Son cosas que... Me pidió 100 gramos de panchitos. Y entonces sacó una navaja. Me dijo que bajara a la cueva. Y yo le dije que no. No sé cómo saqué fuerzas, pero le dije que yo no bajaba a la cueva. Se llevó las cuatro perras de la caja y se marchó. Él no estaba nervioso. La que estaba como una moto era yo. Y, fíjese, cuando se hubo ido, me di cuenta de que ni siquiera me había quitado la sortija. Esta sortija. Qué cosas, ¿no?

Dicen las estadísticas que los robos con intimidación han bajado en la Comunidad de Madrid casi un 13%. Que en 1999 se han registrado 18.857, frente a los 21.641 del año anterior. Mari Paz no sabe si entre los 36.181 detenidos el pasado año en Madrid está aquel chico alto, con buena pinta, que sobresaltó su vida a punta de navaja. Y es que la navaja es uno de los instrumentos más utilizados en un país en el que el acero forma casi parte del acervo cultural. Los agentes de las 18 comisarías de distrito de la capital se incautaron el año pasado de 865 armas blancas. Mari Paz, ni llamó a la policía. No fue ella una de las más de 200.000 personas que marcaron el 091. Ni forma parte de ese millón y medio que usó el 092 de la Policía Municipal.

-¿Para qué? Nos han atracado tantas veces... La chica que estaba antes se marchó porque no lo resistía más.

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Dicen las estadísticas que los robos por el sistema del tirón han caído en la capital de los 8.561 de 1998 a los 6.848 de 1999. Dicen las estadísticas... Pero María Bergés, titular de una farmacia en la avenida de Portugal, lleva su cuenta particular.

-Aquí, los tirones los contamos por brazos rotos.

María Bergés, Maruja, ha perdido la cuenta de los atracos sufridos. Ha habido temporadas en las que ha tenido hasta tres por semana. Ya nada le causa sorpresa. A todo se acostumbra uno. Hasta a convivir con el miedo, con la inseguridad. ¿Y qué queda? ¿El odio? Ni siquiera. Ella no odia.

-Me dan pena, ¿qué quiere? Me dan pena...

Hace unos días entraron dos jóvenes en su farmacia. Tenían buena pinta. Era muy de mañana. Llevaban pistolas. Y como siempre, como casi siempre, estaban nerviosos.

-¡Abre la caja; vamos, abre la caja!

-Yo le dije: 'ábrela tú'. Y él: 'Abre la caja, que te pego un tiro'. Yo le decía que estuviera tranquilo, que no pasaba nada. Pidieron jeringuillas. Les dije que estaban dentro. Ellos querían billetes. Arrancaron el cajón de la registradora.

María Bergés, Maruja para todo el barrio, apretó la alarma. Ellos se dieron cuenta y tiraron el aparato al suelo. Volcaron un bolso lleno de documentos, patearon los muebles y pidieron, a gritos, Trankimazín.-En esos momentos no piensas en nada. Quieres que todo acabe cuanto antes. Uno me decía que no me harían daño, pero el otro gritaba, me amenazaba. Yo quería razonar, decirles que ése no era el camino, pero...

El tiempo, dicen, transcurre más despacio en esos momentos. Todo se hace muy largo.

-Luego ves que apenas han pasado unos minutos. Dos o tres minutos eternos, eternos.

En los atracos, cuando se produce un atraco, nunca pasa nadie por la calle. Nadie entra a la farmacia.Ahora sí, ahora ha entrado un matrimonio del barrio. Se han enterado del atraco. Y están preocupados por Maruja. Escuchan las explicaciones que ella está dando al periodista. Oyen lo de la pistola, lo de los gritos...

-Si es lo que yo digo. Vamos a terminar haciéndonos racistas. Si es que tanto magrebí...

Maruja sonríe:

-No, no, si estos eran madrileños. Vamos, madrileños castizos, ya le digo...

-Ah, bueno. Es que lo de los moros...

-Pues no. En este caso, no.

Hace poco más de un año, los vecinos terminaron por echarse a la calle. La zona del paseo de Extremadura sufrió especialmente los asaltos, los tirones, los robos. En apenas un radio de 200 metros, en cualquier joyería, tienda, bar, estanco, farmacia, banco, pueden contar cómo se enfrentaron a la navaja, la pistola, el tirón.

El fotógrafo Blázquez, que tiene el estudio al lado, cuenta de la mujer con el brazo roto, del atraco que él mismo vivió mientras esperaba cobrar un talón en una entidad bancaria. De cómo un día él mismo corrió tras un joven que había asaltado a un jubilado. Y cómo el ladrón intentó culparle a él.

-Mientras le sujetaba, gritaba que yo le estaba robando. No te jode... Menos mal que todo el mundo me conoce, que si no....

En 1999, de los 229.628 delitos denunciados, 6.848 fueron tirones, menos que en el año anterior, es verdad. O eso es lo que dicen las estadísticas. Y los vecinos aseguran que ahora ven más a alguno de los 8.000 policías nacionales y los 5.000 municipales que hay en Madrid.

Delante de la joyería Arva han puesto unos bolardos. Es para evitar los alunizajes: un coche previamente robado, a ser posible un 4x4, lanzado a toda velocidad contra el escaparate, que salta hecho añicos. La joyería Arva fue asaltada así.

-Habían dejado un coche aparcado justo enfrente. Por la noche lo retiraron y desde la mediana, con otro más potente, se lanzaron contra las lunas. Fueron necesarios tres o cuatro golpes. Lo destrozaron todo.

Hacía apenas 20 días que habían abierto. Y cuenta Óscar Camino, el encargado, que los vecinos les tiraban cosas desde los balcones, que, gracias a ellos, no robaron más.

Desde el pasado octubre, la Jefatura Superior de Policía tiene en marcha la Operación Surco. Están coordinados Policía Municipal y Guardia Civil, que han logrado detener a 100 implicados en los 70 alunizajes registrados en 1999.

En ocasiones hay gente brava, gente harta que planta cara. Soledad Martín, que tiene una tienda de caramelos en el paseo de Extremadura, se enfrentó a un atracador. Entonces tenía su comercio en Marcelo Usera.

-Me dio un navajazo sin mediar palabra. Me lancé contra él, le derribé y, en el suelo, nos enzarzamos en una pelea. Le obligué a huir. Luego supe que estaba implicado en la muerte de un guardia civil. Durante mucho tiempo no pude dormir. Cerraba los ojos y le veía. Tardé mucho en olvidar.

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