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Atrapado entre la firmeza de Aznar y el autismo del entorno etarra

Los peneuvistas están preocupados por la nula capacidad de actuación que les deja el escenario poselectoral. La mayoría absoluta del PP, combinada con la crisis socialista, quita todo valor a sus siete escaños en el Congreso de los Diputados y disipa la esperanza de forzar un cambio en la política del PP sobre el País Vasco. El PNV se siente aprisionado entre la firmeza granítica de Aznar y el autismo del mundo de ETA-HB, que le exige "decisión" y "pasos audaces" sin querer enterarse de que los asesinatos y la violencia callejera hacen ininteligible su apuesta por Lizarra incluso para bastantes de sus afiliados.La deriva soberanista y la colaboración con HB fue soportable para un sector importante del PNV mientras fue acompañada del cese de atentados. "Mantener Lizarra con coches bomba y muertos no sólo resulta insostenible, supone dar la razón a quienes lo ven sólo como un frente nacionalista", admite un dirigente del partido. Es más o menos lo que ha osado decir en público el militante peneuvista Emilio Guevara, ex diputado general de Álava y uno de los padres del Estatuto de Gernika. Su reflexión crítica es compartida incluso por muchos que censuran que la hiciera "fuera de los cauces internos". Pero la peculiar idiosincrasia del PNV -más una comunidad que un partido y, desde su escisión, alérgico a todo lo que suene a discrepancia- impide poner en marcha una contestación articulada a la estrategia desarrollada por la dirección desde 1997 y sancionada en la Asamblea General el pasado 15 de enero, cuando la ruptura de la tregua era ya un hecho.

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Rectificar todos juntos

"Si hay que rectificar lo haremos, pero todos juntos", dijo Xabier Arzalluz en una asamblea ante las dudas mostradas por un compromisario. Pero el partido se ha comprometido tanto -sobre todo algunos de sus dirigentes- en la senda de Lizarra que la rectificación se presenta difícil y dolorosa. No sólo es cuestión de orgullo, que el PNV lo tiene muy desarrollado. Lizarra fue de algún modo el resultado de una maduración previa en la que el fin de la violencia se percibió como la oportunidad para que se plasmara la deseada unidad nacionalista y la posibilidad de realizar su programa de máximos.

A todo eso se refiere Joseba Egibar al afirmar que no van a "echar al vertedero" lo realizado desde septiembre de 1998. De ahí sus esfuerzos por conseguir una nueva tregua de ETA. En la dirección peneuvista, sin embargo, no se hacen ilusiones. Además es consciente de que una nueva tregua, condicionada a que el PNV dé "pasos decididos hacia la construcción nacional", tampoco resulta una posibilidad halagüeña. Pero, en las circunstancias actuales, "hasta eso sería mejor que nada", confiesa un consejero del Gobierno vasco.

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