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Entrevista:JUAN LUIS URCOLADIRECTOR DE COMUNICACIÓN DE LA KUTXA

"Las alianzas entre empresas fallan porque todos quieren mandar"

Juan Luis Urcola, director de Comunicación y Servicios Generales de la Kutxa, ha escrito Factores clave de dirección, un libro donde analiza el nuevo modelo de empresa, su vertiginosa transformación y las consecuencias que está acarreando en la clase dirigente empresarial.Pregunta. ¿Cómo se están adaptando los directivos a los cambios que experimentan las empresas?

Respuesta. El director de una empresa tiene que ser un líder para sus colaboradores. Ha de ser capaz de desarrollar a profesionales con talento a través del convencimiento y del consenso, no tanto de la imposición. Los directores liderarán a las personas por objetivos, no por instrucciones, y el modelo resultante es una dirección más participativa. El control de los empleados se realizará por objetivos no por tareas, y la valoración se hará en función de sus resultados, no por las horas invertidas.

P. Luego las relaciones dentro de la empresa se están democratizando.

R. Ése es un concepto peligroso. No vamos hacia una gestión democrática, sino a una participativa. Una gestión democrática es una persona, un voto, mientras en la participativa cada persona tiene voz. Por mucho que cambien las cosas en la empresa siempre será necesaria una persona al frente de la organización. Soy reticente a las direcciones colegiadas o las codirecciones. No creo que Emilio Botín y Francisco González tengan el mismo peso en la cúpula del BBVA. Alguno de los dos mandará más, como en todos los matrimonios. De lo contrario, ocurriría como en una orquesta con dos batutas; sería un desconcierto.

P. ¿Qué grado de participación le corresponde en estas tareas al trabajador?

R. Las personas deben contribuir con su trabajo y su esfuerzo. Son decisivas en la organización. Cuando hablamos de calidad empresarial están incluidos tanto la dirección como las personas que están a su cargo. Todo el mundo participa y es escuchado, pero tiene que haber un timón que lleve el rumbo.

P. ¿Ha desaparecido la fórmula del ordeno y mando?

R. La gente quiere trabajar desde el consenso. Sólo en un caso extremo puede hacerse uso de la imposición. En el día a día hay que utilizar el convencimiento.

P. Si cambia la dirección, ¿cómo se altera internamente la empresa?

R. La figura del jefe de departamento está dejando paso al jefe de proyecto. Las empresas se configuran más por proyectos que por departamentos. Están desapareciendo los galones, porque prevalece la función a la categoría directiva.

P. ¿Cómo están asimilándolo los trabajadores?

R. Hasta ahora el trabajador cumplía el siguiente perfil: era un industrial con una cualificación profesional bastante pobre y al que se le pagaba una retribución fija. Ahora, en cambio, de cada 100 trabajadores 62 están empleados en áreas de servicios, 30 en la industria y ocho en agricultura y pesca. El nuevo trabajador es joven y está muy preparado, con una actitud comprometida con los objetivos de la empresa y está sujeto a una mayor flexibilidad laboral. Además, recibe una retribución más variable según los resultados obtenidos.

P. ¿Qué pasa en un proceso de fusión o de alianza?

R. Estamos ante una fiebre de fusiones, aunque la realidad dice que los resultados no están siendo tan buenos como se esperaba en la mayoría de los casos. Según un estudio reciente, el 70% de las fusiones no ha conseguido el objetivo de reducir los costos. La otra vía son las alianzas, que desde un punto conceptual son buenas, aunque no es oro todo lo que reluce. La gran pega que tienen es que son muy difíciles de llevar a la práctica. Gestionar una alianza es lo más difícil actualmente, porque todos quieren mandar. ¿Por qué fallan? Porque priman las ambiciones de poder de los directivos, que no concuerdan, y la empresa lo paga. Muchas veces las alianzas o las fusiones no se realizan por razones de mercado, sino por apetencias profesionales de los dirigentes.

P. ¿A qué factores tiene que atender un directivo para ser un buen directivo?

R. Tiene que estar orientado a los resultados; saber gestionar cambios anticipándose a las situaciones; maniobrar bien las oportunidades, los clientes y los proyectos empresariales; liderar bien a las personas; solucionar conflictos internos, y, finalmente, saber gestionarse a sí mismo.

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