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La central nuclear de Sellafield investiga un posible sabotaje

Isabel Ferrer

El futuro de la central nuclear británica de Sellafield, dependiente de la empresa estatal British Nuclear Fuels (BNFL), estaba ayer más en entredicho que nunca al saberse que British Energy (BE), compañía propietaria de ocho plantas en el Reino Unido y que provee de electricidad a una cuarta parte del país, había decidido reducir sus contratos de reciclado de combustible. La decisión se suma a la cancelación de envíos por parte de Alemania y Japón desde que supieron que Sellafield había falsificado los datos relativos a la seguridad de las partidas de uranio tratadas. A estos problemas se sumó ayer la noticia de la apertura de una investigación sobre el supuesto sabotaje realizado a la central por uno de sus empleados.British Energy era, junto con Japón, uno de los principales clientes de la central. Ambos contratistas acaparaban en conjunto el 60% del volumen de trabajo realizado por Sellafield. Aunque el enfado del Gobierno nipón convirtió la falsificación de documentos en un asunto de relevancia internacional, la decisión de British Energy puede acabar dándole el golpe de gracia a la polémica planta. La empresa representa a la industria nuclear británica, y la había apoyado siempre sin reservas.

Dudas de la industria

De momento, la explicación dada por Peter Hollins, director ejecutivo de BE, a su cambio se actitud se apoya en argumentos financieros. "Almacenar el combustible resulta más económico, y pensamos optar por dicha solución cada vez más a menudo en el futuro", ha dicho con gran diplomacia. Un gesto que el grupo ecologista Greenpeace considera definitivo. "Sellafield ha resucitado en varias ocasiones, pero, si la industria misma a la que sirve duda de ella, es como recibir una puñalada en el corazón".

Según el rotativo The Independent on Sunday, Sellafield afrontará también a partir de hoy a otros dos críticos. Se trata de los Gobiernos de Dinamarca e Irlanda, que tienen previsto solicitar apoyo internacional para poner fin al reciclado de uranio y plutonio en Sellafield. Copenhague es partidario de paralizar sus actividades. Dublín, por su parte, teme que se produzca un accidente nuclear y lleva años quejándose de que la planta contamina el mar de Irlanda, que separa la república del territorio de Inglaterra y Gales.

Otro dominical británico, esta vez The Sunday Telegraph, añadió un toque policiaco a la situación. Asegura que la policía busca desde el sábado a un empleado sospechoso de haber saboteado una de las salas de almacenaje. Agentes de la Agencia para la Energía Atómica británica estarían tras su pista junto con la policía local. El supuesto ataque se produjo en la sala de vitrificado, donde se trata y almacena en contenedores de cristal basura nuclear líquida considerada muy peligrosa. Como el acceso a la misma es restringido, fuentes de la propia Sellafield han sugerido que tal vez se trate de un caso de espionaje industrial.

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