Viva la intriga
Sigue interesando el teatro de intriga. Habrá razones sociológicas: más bien se ven las teatrales. Creo que es la necesidad permanente del espectador de que se le cuente una historia con principio, enredo y final, que el teatro abandonó por otros ejercicios más intelectuales, pero que dejó en manos del cine y de la televisión.No me atrevo a decir que el principio del castigo del culpable al final, después de las inquietudes centrales y el pequeño miedo a que caiga el inocente -que en esta obra se queda en la víspera del cadalso-, suponga una realización de deseos que se tienen en la vida misma: y que en este teatro, por fin, siempre se cumplen.
Este Crimen... viene, como todo lo que va ocupando las carteleras, de lo remoto. Medio siglo de su estreno en España, y la versión de López Rubio añade una de las etiquetas de prestigio a otras: el autor especialista Knott, Londres, la versión cinematográfica de Hitchcok, Dial M for murder -el titulo español es soso y falso y la película tenía, sobre todo, el alarde del escenario único. Ah, y actores tambien sosos pero con leyenda: Grace Kelly, Ray Milland (1954).
"Crimen perfecto"
De Frederick Knott, versión de José López Rubio. Intérpretes: Jaime Blanch, Remedios Cervantes, Manuel Navarro, Ramón Pons, Ángel Amorós, Trujillo Garrido. Dirección: Valentín Redín. Teatro Real Cinema. Madrid.
Aquí atraen el nombre y la belleza de Remedios Cervantes, la experiencia de Jaime Blanch y la naturalidad de Manuel Navarro. Valentín Redín ha acentuado la antigüedad y el carácter cinematográfico haciendo una obra en blanco y negro (la película fue ya en color) con buen resultado estético. El público del sábado por la tarde se dejó llevar por la trama y aplaudió a todos con respeto.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.