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Tribuna
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Jugar con fuego

El PA es un partido fronterizo con el PSOE y con el PP. Pero no lo es de manera simétrica. Es mucho más fronterizo con el PP que con el PSOE. Y en consecuencia, no es el mismo el riesgo que corre en caso de aliarse con uno o con otro. Una alianza con el PSOE es muy poco peligrosa para el PA. Por el contrario, una alianza con el PP es un asunto e alto riesgo para los andalucistas. Al menos, por el momento, es decir, mientras sea un partido pequeño y con una implantación territorial muy irregular. En realidad, éste es un problema general de todos los partidos regionales o nacionalistas pequeños intensamente fronterizos con el PP. E incluso para los partidos de ámbito estatal, como lo fue el CDS de Adolfo Suárez. El abrazo con el PP suele ser un abrazo mortal. El CDS desapareció tras el acuerdo con el PP para desalojar al PSOE en el Ayuntamiento de Madrid. Y la trayectoria del PAR en Aragón, de UPV en la comunidad valenciana y la de Unió Mallorquina también es conocida. El riesgo para la supervivencia de estos partidos pequeños cuando se alían con el PP es muy alta. Coalición Canaria ha sido hasta el momento la excepción que confirma la regla. Pero Canarias es Canarias y la implantación de CC no es comparable a la de los de las demás partidos regionales.

No ha sido así, por el contrario, cuando la alianza se produce con el PSOE. Los socialistas no suelen morder en el electorado de estos partidos pequeños, que son capaces de mantener su autonomía a pesar del pacto.

Creo que esto no debería perderlo d vista el PA. Todavía no se encuentra en condiciones de pactar con el PP. Tiene que conseguir mucha más consistencia y una mucho más amplia implantación territorial antes de poder pactar sin riesgo para su supervivencia con el PP.

Haría bien, en consecuencia, en no jugar con fuego y en no transmitir mensajes ambiguos al cuerpo electoral. El PA tiene por delante una legislatura muy difícil. No se encuentra todavía en condiciones de pactar con el PP y, tras lo ocurrido en IU, el PSOE tiene la seguridad de que no corre el menor riesgo de que se pueda producir una alianza de todos contra el Gobierno en el Parlamento andaluz. Aunque ha mejorado en escaños y en votos y aunque el PP ha reducido mucho su diferencia con el PSOE, la aportación del PA en esta legislatura no tiene el valor psicológico y estratégico que tuvo en la pasada. La incorporación al Gobierno andaluz es mucho más decisiva para el PA que para el PSOE, que puede prescindir perfectamente de su aliado.

El PSOE lo tiene muy difícil en España, pero, desde la perspectiva de la estabilidad gubernamental, en Andalucía lo tiene en esta legislatura relativamente fácil. Si el PA empieza a emitir mensajes ambiguos o empieza a protagonizar conductas difícilmente comprensibles, como sería apoyar la investidura de José María Aznar, puede acabar achicharrado.

JAVIER PÉREZ ROYO

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