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Reportaje:

La memoria del horror

Vicente González Olaya

Hay quien, definitivamente, no tiene suerte ni en la vida ni en la muerte. Durante los siglos XV, XVI y XVII, cientos de personas fueron ejecutadas y torturadas por haber cometido lo que en aquellas épocas se consideraban graves delitos dignos de tal suerte (no sólo el asesinato, sino también el robo o las apostasías, por ejemplo). Sus restos -decapitados, quemados, degollados o despedazados- acababan finalmente a los pies de las tres iglesias destinadas a acogerlos: San Ginés, San Miguel y Santa Cruz. Ahora, Patrimonio ha descubierto la fosa donde eran abandonados en el ya desaparecido templo de la Santa Cruz, en el distrito Centro (véase EL PAÍS de ayer). Por ello, el viceconsejero de Patrimonio, Juan Carlos Doadrio, avanzó ayer que sopesa trasladar los restos de estos desdichados al Museo Antropológico para su estudio.Y es que los arqueólogos de la Comunidad de Madrid han destapado una de las más lúgubres historias de la capital: las torturas a las que eran sometidos los infractores de la ley durante el Siglo de Oro. Los nobles morían decapitados, mientras que los villanos acababan ahorcados o despedazados. Sus cuerpos eran expuestos en caminos y calles, mientras que sus cabezas se clavaban frente a la puerta de sus víctimas. Luego, la Cofradía de la Caridad recogía los despojos esparcidos y los enterraba extramuros de las tres iglesias citadas.

Cuatrocientos años después, el Ayuntamiento ha comenzado las obras de un aparcamiento justo en el sitio donde se levantaba la iglesia de Santa Cruz, templo que fue derribado en 1869. Las prospecciones arqueológicas han sacado a la luz aquellos horrores. "Los cuatro cuerpos hallados están completamente descuartizados", indican desde Patrimonio, "y su número puede aumentar hasta el centenar". El diputado socialista Antonio Chazarra se refirió también ayer al hallazgo. "Servirá para conocer mejor la historia de la región, aunque es algo más anecdótico que otra cosa", dijo. Chazarra es partidario de tapar el descubrimiento y dar también un posible "uso museológico" a los torturados: "Es muy positivo que cada Comunidad conozca su historia, que se sepa que se ha superado esta etapa bárbara de ajusticiamientos".

Doadrio destacó ayer que en los últimos años la Dirección General de Patrimonio ha descubierto y estudiado tres grandes iglesias madrileñas desaparecidas, de las que apenas existía documentación: Santa María de la Almudena (la más antigua de la ciudad y cuyos restos se exponen acristalados en la calle Mayor), la citada de Santa Cruz y San Juan (en la plaza de Ramales, actualmente en excavación). "De ellas, sólo existían referencias documentales. Ahora han vuelto a formar parte de Madrid", dijo. Incluidos sus muertos.

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Sobre la firma

Vicente González Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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