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Reportaje:EXCURSIONES

RIOFRÍO Las zancudas encuentran casa y mantel

Alberto Domezain preferiría que las garzas reales fueran vegetarianas. Este biólogo, propietario de la Piscifactoría Sierra Nevada de Riofrío (Granada), tiene desde hace varios años dos sentimientos enfrentados respecto a estas aves protegidas. "Son tan hermosas... ¡Pero lo paso tan mal cuando veo que se comen a diario cientos de truchas de las piscinas!", exclama. Unas ochocientas garzas, junto a una nutrida colonia de alcaravanes, se han acomodado en los aledaños de las instalaciones de la empresa, atraídas por la comida fácil y abundante. Otro empresario quizá hubiera intentado defender sus intereses económicos a base de postas. A Domezain, sin embargo, le vence su inquietud de biólogo y parece encantado ejerciendo de anfitrión.Las garzas reales y los alcaravanes son comunes en el Parque Nacional de Doñana. Pero en Riofrío no se habían visto hasta hace doce años. Primero fueron unos diez individuos. Luego, paulatinamente, cada otoño se fueron sumando nuevas parejas hasta formar las grandes bandadas actuales.

Si nunca antes hubo garzas reales en el valle de Riofrío "es porque la zona era un secano", afirma Domezain. El río que da nombre al lugar es un magnífico coto de pesca de trucha arcoiris, pero no reúne las condiciones para atraer a estas aves. Fueron las fosas de decantación de la piscifactoría las que crearon el hábitat adecuado para estos animales habituados a los humedales.

La empresa, que se creó en 1964, construyó en 1970 dos lagunas y dos piscinas para el agua residual de los estanques de crianza de truchas, agua que contiene excrementos de los peces y el pienso que no llegaron a comer. "Son residuos orgánicos, que aunque no contaminan, serían perjudiciales para el río si se vertieran directamente en él", aclara el biólogo. Alrededor de las lagunas de decantación creció rápidamente una vegetación típica de humedal, cañizo principalmente, que unida a la abundante comida fácil que proporcionaba la piscifactoría originó un pequeño ecosistema ideal para la vida de aves acuáticas.

Previsores del tiempo

Primero llegaron ánades reales, después patos cuchara, garcillas, porrones y pollas de agua. Una decena de garzas reales -con su pico amarillo, alas grises y el típico flequillo de plumas negras- llegó en septiembre de 1988 para pasar sólo el otoño y el invierno. Estas aves suelen vivir la mayor parte del año en las regiones frías del este y el norte de Europa, donde crían en verano. Y suelen emigrar en invierno a lugares más cálidos, como África y Doñana. La bondad del clima y la abundancia de pesca ha hecho, sin embargo, que las garzas reales se sientan en Riofrío como en casa con mantel puesto. "Ahora pasan aquí casi nueve meses y sólo se van de veraneo", asegura Domezain. Además, las aves hacen de previsores meteorológicos: llegan con las primeras lluvias de otoño y se marchan después de las últimas de primavera.

Los cerca de mil individuos, entre garzas reales y cormoranes, pasan la mayor parte del día fuera de las tres hectáreas de humedal de la piscifactoría. Vuelven sólo para dormir y comer alrededor de medio kilo de truchas por cabeza. "Los cormoranes son unos pescadores infalibles. Siempre sacan tajada de sus zambullidas en las piscinas. Las garzas, que son más grandes, son también más torpes", señala. El empresario no ve perjuicio en esta situación: "Es como un pequeño impuesto ecológico que pagamos gustosos por dañar y transformar el medio ambiente".

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A Domezain tampoco le importunan demasiado las garzas porque no atacan a los esturiones, de gran tamaño y la principal fuente de negocio de la empresa que pronto venderá caviar a 200.000 pesetas el kilo.

Datos de interés

Riofrío está 60 kilómetros al oeste de Granada y tiene un fácil acceso desde la A-92. Los dueños de la piscifactoría dan total libertad a los visitantes para ver a los animales. Prevén incluso ampliar las lagunas y ubicar puestos de avistamiento.

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