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Tribuna
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Derribos Gil

Gil en el banquillo de los acusados. La hora de la verdad. Hasta para quien le importa un pimiento el estado de derecho tiene la posibilidad de defenderse. El juicio le llega en uno de los momentos más bajos, con un partido desecho, huida de concejales en San Roque, La Línea, Mijas, Benalmádena, Casares, y a la espera de lo que dictaminen los jueces en el caso Atlético. Hizo de Marbella y del club de sus amores su huerto particular y paga las consecuencias. Confundió la grandeza de Marbella con su propia grandeza. Ahora se ve abatido, hundido y sin la capacidad de generar adhesiones inquebrantables. Hizo ganar cifras multimillonarias a empresas y personas y ahora lo dejan en la cuneta. Tan sólo le queda su familia y unos cuantos fieles que, posiblemente, cuando vean los nubarrones que se ciernen sobre su futuro, terminarán también por abandonar el barco. Ya lo hizo su máximo hombre de confianza, José Luis Sierra. Le seguirán otros. Lo peor de Gil son los muertos que deja en el camino y una herencia, Marbella, difícil administrar en los próximos años.Acostumbrado a hacer su santa voluntad, crucificador implacable de quienes no bailaban con sus tropelías, convirtió Marbella en su banco particular. Ahora deberá dar explicaciones a la justicia, la misma que él tantas veces vilipendió.

Lo sucedido con Gil y su partido cierra una etapa en la gestión municipal. Sus métodos populistas están abocados al fracaso. Puede que ésta sea la mejor lección de lo que está pasando en la Audiencia de Málaga. El modelo Gil ya tiene otro nombre: Derribos Gil. Al alcalde de Marbella le ha estallado en su propia cara el sistema de gestionar los recursos municipales que tantos votos le dio en el pasado, pero que ahora, a la vista de las investigaciones de la Fiscalía Anticorrupción, puede que los resultados fueran otros. Ya en las pasadas elecciones se evidenció la caída del voto.

La mirada está puesta, ahora, en Ceuta, donde gobierna un hombre de confianza de Jesús Gil, el catalán Antonio Sampietro. La crisis del Gil se puede extender a la ciudad española en el norte de África y ya ha alertado a los demás partidos políticos, entre ellos el PP que es posible que mueva piezas para recuperar el gobierno autónomo.

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