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Estruendos pacíficos

,Era como un juego y más. Un juego de tambor y poema o de cacerola y pareado en el que los 100 alumnos del colegio Rafael Alberti y el instituto Nicolás Salmerón, en la capital almeriense, se han implicado hasta el final. Los dos centros escolares participaron ayer en la Jornada Europea de la Poesía y la Infancia que, con el particular lema de Los tambores de la paz, tuvo como objetivo mezclar versos y ruido como grito de guerra para clamar por la paz. La iniciativa, promovida por la Unión Europea, se repitió ayer en distintas ciudades de los países comunitarios y con escolares de diferentes edades.

La versión almeriense del experimento tiene por protagonista a la profesora Concha Castro, que imparte lengua en el centro Nicolás Salmerón y que ya participó con sus alumnos en otras iniciativas literarias el curso pasado. "Intento meter a los niños en aventurillas con la literatura siempre que puedo. Para ello los saco de clase. Me escribieron desde Bélgica para participar en Tambores por la paz pero me sentí como una hormiga para hacerlo yo sola. Hablé con las asociaciones Jairán y Balneario de Ciudad Jardín, con el Ayuntamiento y con el Ateneo de Almería. Todos se han volcado", explicó Castro.

La invitación cursada a los alumnos contó con un primer eslabón en la redacción e ilustración, 30 días atrás, de poemas que invocaran la paz en el planeta, un cambio en las estructuras sociales y renovados valores de solidaridad y fraternidad entre los pueblos. La cita ayer en la plaza del Ayuntamiento culminaba el trabajo de los jóvenes poetas que, pertrechados de sartenes, cucharas, tenedores, panderetas, tambores, botellas con piedras en su interior o tapaderas de hojalata conquistaron la paz ahogando el silencio. "Desde siempre se han tocado los tambores para enviar a los hombres a la guerra. Hoy invitamos a los niños a redoblar los tambores para conducir al mundo hacia la paz", anunció la presidenta del Ateneo almeriense, Pilar Quirosa.

La jornada vino auspiciada por el patronato de la Unesco y Unicef con los objetivos de "dejar" al niño hablar a través de la poesía y hacer que ellos "tomen conciencia" de la existencia de otros niños a través del espacio europeo.

Flores y globos

Alumnos como Ignacio, Carlos, Leticia o Francisco, que con 11 años cursan sexto de Primaria en el instituto Nicolás Salmerón, se interrumpían atropelladamente para explicar su presencia en el acto: "Es una forma de manifestarse por la paz y el ruido que hacemos es el homenaje. Merece la pena porque es algo serio", coincidieron.

Hubo un redoble de tambores por cada poema recitado en voz alta, de los 11 seleccionados por los organizadores; también hubo un flor para cada niño, un globo y un cuento compartido por todos con la cuentacuentos María Socorro Torre-Marín. En esta última actividad los alumnos volvieron a ser protagonistas interpretando con la narradora el papel de personajes como Caperucita Roja, el cazador o el lobo. "A los niños hay que implicarlos en más actividades en general, no sólo por la poesía. Civilizar a los niños no es sólo decirles cuatro normas. La escuela es el mundo que pisan, por eso hoy no estamos en el aula", justificó la profesora Castro.

La coincidencia de la Jornada Europea de la Poesía con el Día Internacional contra el Racismo propició palabras de condena para el fantasma de la xenofobia y una apelación directa a los chavales: "No importa ni el color ni la raza".

Ante el aspecto abollado y deformado de cacerolas y tapaderas de menaje tras el estallido sonoro, la pregunta a los participantes era obligada: "¿Saben vuestros padres que habéis cogido prestados estos utensilios?" Las risas entre los chavales delataba más de una sorpresa futura por parte de sus progenitores en el armario de la cocina. "Bueno yo he traído el papillero de cuando era pequeño, pero ya no lo utilizo. O sea, que no creo que se enfaden", razonaba Francisco.

Para los más olvidadizos, la dirección de los centros escolares repartió instrumentos de la coral y del departamento de música. Nadie se quedó sin dar golpe.

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