Subjetividad y partidismo
Soy lector de EL PAÍS desde que comencé a leer periódicos y les escribo esta carta para mostrar mi rechazo a la línea seguida en las informaciones durante la pasada campaña electoral. Si sigo leyendo este periódico es porque normalmente me siento identificado con su línea editorial, pero nunca hasta ahora había encontrado tanta subjetividad ni una mayor orientación partidista como con ocasión de esta campaña, en la que los colaboradores elegidos para seguir la información del Partido Popular parecían enviados por el PSOE y no por EL PAÍS.Espero, una vez superado el fragor de la campaña, que vuelvan la línea de objetividad que siempre les ha caracterizado y olviden la posible batalla mediática que puedan tener con el Gobierno y el PP, de manera que pueda volver a encontrar el periódico serio y objetivo que he venido leyendo hasta ahora y no me sienta inclinado a cambiar los hábitos de lectura que sigo desde hace muchos años.- .
El miércoles 15 de marzo publicaron en esta sección tres cartas que criticaban su labor informativa durante la campaña en las elecciones. Le doy mi enhorabuena por esa lección de calidad profesional: publicar tales críticas, tan ciertas, es síntoma de estar abierto al público, de respeto a la libertad de expresión y de humildad. Me gustaría que ese primer paso sirva para que usted consiga frenar el dogmatismo replicante, la "crítica rancia" a favor de argumentaciones lógicas y de explicaciones de nivel intelectual.
Siempre les he leído, sobre todo en la edición digital, como un periódico serio, de calidad, con buena información en las secciones de Internacional, Economía y Cultura. También en Deportes hacen buen periodismo. En otros periódicos nacionales la información chirría, parece demasiado frívola, poco profesional. Y ustedes, sin perder su postura ideológica, informan con seriedad, con calidad, sin sectarismos. Pero durante la campaña algo iba mal.
Perdieron la cabeza, se desenmascararon con muchísima facilidad, como un colegial que no mira a los ojos cuando miente. Pasaron a ser un panfleto del partido socialista.
Baste leer el editorial Llenar las urnas del domingo 12 de marzo, día de las elecciones generales. En aquellas cartas también se decía que esa actitud "trasnochada" de crítica visceral, como la de un niño que patalea, les hace daño a sí mismos: el lector de otras opciones políticas puede resistir su postura y leerles con un filtro, pero no puede aguantar que le llamen imbécil cada dos noticias. Y eso pasó durante la campaña. Sería bueno frenar esa actitud en algunos de sus columnistas. Le repito: les hará mejores periodistas, mejores personas. Más felices.- Miguel Carvajal. Pamplona
Yo también soy periodista, joven, pero al fin y al cabo periodista a mi pesar, viendo cómo nos tratan (como animales de carga). Ex votante del PP, lector a diario de varios periódicos, entre ellos el suyo y El Mundo, y desencantado con muchas cosas por culpa de este manipulado mundo en el que me ha tocado vivir.
El motivo de mi carta no es otro que, al menos, poder quejarme del patético papel que han desempeñado los medios de comunicación (ya sea prensa escrita, radio, televisión y medios digitales) en la felizmente finalizada campaña electoral. Mucho me temo, sin embargo, que esto seguirá después del domingo 12, ya lo estamos viendo a diario.
Lo que a mí me enseñaron en la facultad estadounidense en la que estudié no fue, ni de lejos, precisamente lo que hemos tenido el disgusto de vivir los pasados días. Lo de RTVE no tiene nombre, ni ahora ni cuando el PSOE estaba en el Gobierno, pero lo del Grupo PRISA, Prensa Española, Unidad Editorial y demás oligopolios no se le quedan a la zaga. De información pura, nada de nada. Todo sesgado, con fotografías de los "enemigos" que dan miedo, y ni una sola crítica a los políticos afines.
El periodismo es una mentira, cada vez más, y la gente está más desinformada que nunca por culpa de los intereses empresariales. Al menos, no pretendan que les creamos cuando lo único que pretenden es defender lo suyo. Dejen bien claro que sus medios defienden ciertas ideas, que ya no informan.- Gustavo Higueruela Morante. Madrid.
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