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Tribuna:Aula libre
Tribuna
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¿Cómo será la educación en el futuro? Esteban Serrano Marugán

Vaya pregunta! Somos capaces de abrir un debate apasionante sobre el futuro de la educación cuando el presente es bastante preocupante.Ordenadores, Internet, libros electrónicos, códigos de barras, programas interactivos educativos, pizarras de cuarzo líquido..., ciencia ficción. Lo que sí son datos reales es que actualmente el 75% de los españoles no va al teatro nunca, el 92% jamás asistió a un concierto de música clásica y la mitad nunca lee libros. Y nosotros, empeñados en informatizar a diestro y siniestro. ¡Cómo somos!

Observando el panorama actual, un día cualquiera en un instituto del futuro podría transcurrir así:

1ª hora. Asignatura de desordenar. "El alumno debe conseguir entender que la realidad no es la pantalla del ordenador".

El profesor se esfuerza para convencer a sus muchachos de que las montañas tienen tres dimensiones; que conducir un coche no es jugar al Rally-3000 de la consola; que no hace falta alimentar a los dinosaurios porque ya no existen. En cambio, sí hay que cuidar a los linces y a los osos, y lo que se ve en el cielo por la noche, más allá de las farolas, son estrellas y planetas.

2ª hora. Asignatura de comunicación con otros seres humanos. "El alumno debe conseguir las habilidades mínimas para hacerse entender por sus semejantes. Diferenciar claramente los códigos de habla con máquinas y con seres humanos".

El profesor se esforzará para que sus alumnos hilvanen frases de más de dos palabras:

"Por favor, ¿puede moverse, que no veo la pizarra?" en vez de "¡Aparta!".

"¡Ay!, que me pisas", en vez de "¡Joer!, ¡quita!".

"¿Puede repetir?", en vez de "¡Quéeeeeeeeee!"

Es muy importante que los chicos comprendan que el lenguaje empleado en los juegos instalados en sus ordenadores no es, precisamente, el más idóneo para crear un mínimo clima de convivencia. También se estudiarán algunos términos en desuso que conviene recuperar como: por favor, buenos días, gracias, ¿qué tal estás?

3ª y 4ª hora. Asignaturas de corte clásico. Lenguaje, educación física, matemáticas, ciencias naturales, informática, geografía e historia, filosofía, música, dibujo, etcétera.

Entre las horas 3ª y 4ª habrá un descanso de treinta minutos, en el que permanecerá cerrada la sala de ordenadores. En este recreo se fomentarán chats reales que consisten en chats tipo Internet, pero viendo, incluso tocando, al que dialoga contigo.

5ª hora. Asignatura de estudio. El alumno dedica esta hora a estudiar la asignatura que quiera. En todo momento habrá profesores de todas las materias a su disposición, además de ordenadores conectados en red, mesas para trabajar en grupo, amplia biblioteca y todos los medios a su alcance. En la pared habrá un cartel que dice: "Aprender requiere esfuerzo". Antes, en épocas pasadas, los alumnos tenían la costumbre de estudiar en sus casas por la tarde.

6ª hora. Encuentro padres-alumnos. Los padres, me refiero a la madre y al padre, tienen que estar una hora hablando con sus hijos sobre lo que han hecho en el instituto. Los hijos comentarán lo aprendido y los padres deben preguntarles dudas y animarlos. En todo momento, durante este diálogo familiar, las televisiones, ordenadores y radios permanecerán obligatoriamente apagados.

¿Será así el futuro de la educación? ¿Permitirá la sociedad que se continúe esta degradación permanente de la enseñanza, en especial de la enseñanza pública? ¿Vendrá algún Gobierno interesado por la educación? Con ganas de redimirla, con ánimo de prestigiar, aunque sólo sea un poquito, a los profesores. ¿Habrá políticos preocupados por sus adolescentes? ¿Habrá algún día ofertas imaginativas para los que no quieren estudiar? La situación es mala, muy mala, y parece que la panacea está en un ordenador, ¡qué ilusos! La solución requiere el esfuerzo de todos.

Y en medio de todo este caos se encuentran los alumnos, los más perjudicados. Ellos reflejan el mal comportamiento, la agresividad, el desinterés y todo lo que ven en su ambiente, en sus casas, en su entorno, que muchas veces es del todo inadecuado para tener un mínimo de estabilidad que les haga venir a la escuela con actitud positiva. Pero ¡qué poco puede hacer un profesor en estas condiciones! Políticos, padres y madres, por favor, preocúpense de sus hijos, todos saldremos ganando.

¿Cómo se puede arreglar esta situación? Lo primero es concienciarnos de que todos somos educadores. ¿Se han fijado cómo educa la televisión con su bombardeo constante? ¿Y nuestros políticos con su hipocresía? ¿Y los futbolistas con sus actitudes chulescas? Lo segundo sería mucho más sencillo. Si la sociedad demanda de los profesores que seamos los únicos responsables de la formación de sus hijos, necesitamos contar con 15 alumnos por aula, institutos con no más de 30 grupos, y un poquito de colaboración de los padres. Así de simple. ¿Por qué no se hace? Misterio. Hoy por hoy nadie ayuda a los profesores, ni las administraciones, ni los sindicatos, ni los padres, ni los medios de comunicación, nadie. Estamos solos.

Esteban Serrano Marugán es profesor de matemáticas del instituto de enseñanza secundaria África, de Fuenlabrada (Madrid).

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